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Neil Kinnock pide que el laborismo británico se adapte a la nueva realidad del país

Neil Kinnock, líder del Partido Laborista británico, pidió ayer desde la tribuna del congreso reunido en Brighton una "revisión completa, en todos los campos, sin dejar nada", del programa hasta ahora ofrecido por los laboristas a la sociedad británica. La revisión pretende acercar la política del partido a la realidad creada por la gestión de la primera ministra conservadora, Margaret Thatcher, pero no implica el abandono de los programas del laborismo.

Sobre la posición laborista a favor del desarme nuclear unilateral, rechazada por buena parte del electorado, Kinnock no llegó a manifestarse explícitamente, lo que desató múltiples interpretaciones entre los delegados.Kinnock apareció ante sus seguidores con una rosa roja en la solapa y lo primero que hizo fue recordar que el congreso está "dominado por el hecho de que nos reunimos bajo la sombra de la derrota", un fracaso del que quieren extraerse lecciones que conviertan los resultados electorales de junio en "la última derrota que vayamos a sufrir".

Durante los 55 minutos que duró su intervención, interrumpida en varias ocasiones con aplausos, Kinnock pretendió transmitir a los delegados la imperiosa necesidad del partido de adaptarse a la situación provocada por el capitalismo popular de Thatcher, que, sin cambiar la estructura del país, "modifica las percepciones económicas de los propietarios" de un puñado de acciones o de la propia vivienda.

El dirigente laborista descalificó a quienes "se han colgado el cartel de no molestar en la mente", en alusión a la izquierda que critica la estrategia de cambio, y reclamó la revisión de las políticas laboristas, "porque, después de tres derrotas electorales, un partido político serio que no lleve a cabo una rigurosa revaluación y revisión estaría traicionándose a sí mismo, traicionando sus principios y traicionando a la gente que necesita de esa victoria".

Socialismo y "yuppies"

El discurso de Kinnock, algo opaco, no descendió al detalle de los cambios, pero sí encontró ocasión para dejar claro que "no hay conflicto entre socialismo y sociedad acomodada".El pelirrojo político galés de 45 años negó que la nueva política en la que pretende embarcar al laborismo esté pensada para cortejar a los yuppies (jóvenes urbanos profesionales), como han dicho sus críticos: "El socialismo democrático tiene que ser atractivo y útil tanto para los relativamente acomodados como para los menos afortunados de nuestra sociedad".

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Kinnock ironizó sobre la primera ministra, entre otras cosas, por su reticencia a considerar mayores reducciones de los arsenales nucleares, aunque se abstuvo de hablar abiertamente a favor de la política de desarme nuclear unilateral británico, como había hecho en anteriores ocasiones. Esta vez recurrió a un perifrástico circunloquio que dejó cavilando a todos los que lo escucharon: "Trabajaremos para asegurar que tenemos políticas que son capaces de tratar con las condiciones de los años noventa de una forma que incrementen las posibilidades de eliminar la confianza en las armas nucleares".

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