Un recién nacido, hallado muerto en los lavabos de un hospital
Un recién nacido fue hallado muerto sobre las ocho de la tarde del pasado sábado dentro de un cubo de basura situado en la cabina de un retrete del hospital infantil del Niño Jesús, en Madrid. La policía buscaba ayer a la madre. Ésta, según todos los indicios, dio a luz en la propia cabina, que dejó bañada en sangre. El bebé, que no era prematuro ni presentaba anomalía visible, murió por asfixia o desangrado, según la enfermera que lo examinó tras ser hallado. Era varón y había nacido unas dos horas antes.El hallazgo se produjo en los servicios de señoras de la planta baja del hospital del Niño Jesús, que se encuentran en una pieza algo retirada del pasillo central. Éste es continuamente transitado por usuarios de la cafetería y del servicio de urgencias, que se hallan a pocos metros. Esto dificultó que se oyera algún eventual gemido o grito de dolor y facilitó el anonimato de la desconocida.
En un cubo de basura
Una mujer de la limpieza, al abrir la cabina de un retrete, observó que sobre el cubo de la basura alguien había colocado una papelera. La retiró y abrió el cubo. Dentro había una bolsa de plástico verde. Estaba cerrada, aunque sin atar, y contenía un bebé y abundante sangre. La limpiadora no quiso ver más y salió corriendo. No tardó en presentarse la supervisora de urgencias: "Me dijeron que era un cadáver pequeño. Pensé que se trataba de una rata".Pronto descubrió que se trataba de algo más grave. "Era un bebé nacido a término [a los nueve meses]. Estaba de lado, en posición fetal. Sabía que estaba muerto, pero me lo llevé para examinarlo y comprobé que así era".
Esta enfermera supone que la madre se llevó consigo la placenta y el cordón umbilical, dado que no fueron hallados en la cabina. Se cree que la desconocida portaba alguna toalla o compresa que le impidió dejar un reguero de sangre tras de sí.
Mientras se avisaba a la policía, la limpiadora autora del hallazgo ejerció con notable ahínco su oficio: lavó las paredes de la cabina, donde la parturienta, al apoyarse, había dejado marcadas con sangre sus manos, y borró todos los rastros sanguinolentos existentes en la tapa del retrete, en el suelo y en el lavabo exterior.
Los agentes, que llegaron minutos después, comprobaron estupefactos que la lejía y el tesón de la limpiadora habían borrado todo rastro del suceso.
Los policías recriminaron la acción a la limpiadora. Pero mayor fue la reprimenda, según el director del centro, José Manuel Ollero, que propinó después la juez de guardia, Lourdes Sanz. Dicen que ésta, como último argumento de que debió respetar las pruebas, le espetó: "¿Pero es que no ve usted películas?". La empleada rompió a llorar.
Ollero se defiende de las críticas que afirman que vertió la juez -ilocalizable ayer- respecto de que alguien pudiera colarse en los lavabos del hospital, dar a luz, dejar el bebé y marcharse: "Entrar en este hospital es muy sencillo. Unos tienen pase como familiares de niños internados, y a otros les basta decir que van a urgencias. Es imposible controlarlo. Es como si una mujer entrara en los juzgados y pariera en los servicios".
Y agrega que los sábados por la tarde son de especial trajín en urgencias y que ese día se atendieron 230 casos. La madre nunca pudo ser una usuaria del centro, ya que sólo se atiende a niños, según el director del Niño Jesús.
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