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Atlas

Siete ahorcados en Suráfrica, entre ellos dos negros. Lo negro sigue siendo el lujo del blanco. Y ahorcar a la gente es ya un delicado lujo en nuestro tiempo. EE UU niega la existencia de vínculos con los golpistas filipinos. Ya se sabe que toda negación diplomática suele ser una confirmación, y a la inversa. El barroco y sangriento Marcos está detrás de todo el juego golpista. ¿Y quién está detrás de Marcos? Mohamed Lamine, jefe militar del Polisario: "Queremos que Felipe González abra nuevas páginas en la historia del Sáhara". Negros puros de Rodhes, caras filipinas como archipiélagos, canela oscura de los saharauis, atlas atormentado del presente, la lucha de pueblos (diálogo Norte/Sur, fina ironía) como continuación/extensión de la lucha de clases. Mamida Boucharaya, rico legendario de los cuentos árabes, que lo compra todo y ha comprado, ahora, el infructuoso/peligroso Parque de Atracciones de Madrid. Árabes de la finanza y la toga blanquísima (la Reconquista no ha terminado, lo tengo escrito), príncipes de la miseria, califas de las aldeas de arena, emperadores de las cabras, que dejan atrás el vacío agónico y cuproníquel de su gente para invertir en el suflé de Europa.Hambre en el mundo, sequía en Egipto, como la Biblia volviendo con su fuego. Huelgas de la minería africana, ébano sobre oro. 40 años de independencia en el subcontinente indio, largo amanecer de la flor oriental, nacionalismos de metal y fe.

Son los acrósticos del milenio. Todo se desajusta de la lucha de clases, aunque al fin sea lo mismo. Nacionalismos de alpargata y sangre. La India lleva detrás, como agarrada a su manto crepuscular y lento, la independencia de Asia, que no ha encontrado la felicidad en el capitalismo ni en el comunismo. Surgen nuevos Estados, entre la flor y el minarete, vive un rechazo fanático y oblicuo de Occidente. Sólo los japoneses han decidido occidentalizarse. Un día lo pagarán. Carbón y oro de los mundos tercero y cuarto, reserva espiritual -¿hay algo más espiritual que el carbón y el oro?- de un planeta viejo, patrimonio sutil de cuatro blancos. Desde los 14 años, las niñas hacen guerrilla en las bandas brasileñas. Favelas diseñadas por la geometría de la miseria, donde Río lucha por el narcotráfico, cuyo origen de nieve y dólar luce en las alturas. Resplandor de lo negro, atlas de mundos múltiples, constelación de pobres, injusticia, guerrilleros filipinos (cada cara es un mapa), crepúsculo mate de los polisarios, haciendo la revolución a la sombra de un desierto vertical, guerrilleras con alma saharaui, árabes de riqueza y frentes negras, señores indiferentes del arabismo puro y eternizo, "Egipto de las cosas", que dijo el poeta ruso, sequía de Egipto, la tierra abierta en páginas, como un testamento más antiguo que el otro, ah legendario libro de la tierra que el Nilo ya no lee con ojos de agua. La India, dando sombra de pensamiento a sus pagodas, toda el Asia encendiendo naciones como piras.

Pluralidad del atlas que el siglo XX no ha resuelto, revoluciones detenidas como un Marx reformista al que hemos hecho ya socialdemócrata. El atlas es violento y de colores, Occidente programa la miseria y el nardo, pero no cuenta (grisalla de Wall Street) con la coloratura del planeta, con lo alegre y rebelde de la gente. El milenio termina como empieza: lo exótico y lo incógnito es hoy lo insobornable, como entonces. Imposible meter el universo en la Quinta Avenida o en la Gran Vía madrileña. Asia vuelve con dioses y tatuajes. Nuestra razón burguesa es un pobre geranio de maceta. Un atlas de colores devorantes se vuelve contra Europa delincuente.

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