No hubo orden previa al derrumbe para evacuar Almacenes Arias
Los bomberos no recibieron ninguna orden concreta para abandonar el edificio de Almacenes Arias, pues, según José Pascual, jefe de bomberos, los técnicos que participaron en la extinción tienen la suficiente cualificación y autonomía para saber dónde debían estar. Dos de ellos, acompañados de varios bomberos, se encontraban dentro del inmueble cuando se derrumbó. Pascual afirmó que los primeros que llegaron a los almacenes observaron dos focos distintos de fuego en la planta tercera de Montera, 29, y otro mucho más desarrollado en Montera, 31.
Jesús Espelosín, concejal de Urbanismo, explicó detalladamente la información enviada en la tarde del jueves al juez que lleva el caso. Según ella, los edificios tenían licencia de obras y apertura. Al edificio de Montera 29, tras la demolición total del anterior, se le concedió licencia de obras en mayo de 1965 y de apertura en julio de 1967, comprobada la ejecución del proyecto presentado.
Del edificio de Montera 31, construido el siglo pasado, el Ayuntamiento sólo tiene documentación desde 1921. En 1973 se le concedió licencia de apertura para vender prendas confeccionadas. La situación legal se complica a partir de 1985. Ese año, una inspección detecta la existencia de huecos de comunicación entre ambos edificios sin licencia. Se exigió la paralización de las obras, y ante la petición de la propiedad para legalizarlas, Protección Civil hizo una inspección más detallada. Como resultado de la misma, a los propietarios se les indicó la obligación de hacer varias modificaciones, como la construcción de una escalera de acceso a los sótanos, que se hizo más tarde. No así los huecos, para los que se denegó la licencia. En la actualidad se estaba a la espera de que la propiedad presentara, como se le pidió hace un año, un plan de ejecución de las obras necesarias.
Estas deficiencias no motivaron ni la intervención municipal en acción sustitutoria ni la consideración, por parte de los técnicos, de manifiesta peligrosidad, lo que hubiera permitido el cierre de los locales.
José Pascual, jefe del Departamento de Extinción de Incendios, relató detalladamente la intervención del cuerpo. Destacó que un empleado de los almacenes acompañó a los primeros bomberos a la planta tercera del número 29. Allí los bomberos trabajaron en un foco existente junto a la medianería con el hotel Montesol, y luego, a través del denso humo, vieron otro cerca de la escalera mecánica. Ante la humareda que salía a la calle se preguntó al empleado si había otro foco, y éste indicó que en la segunda planta del edificio viejo (Montera, 31) había un tercero que no se logró situar exactamente hasta las 10 de la noche. "Hay dudas bastante razonables de que este fuego tuviera una generación normal", dijo .
La escalera de este inmueble, según Pascual, estaba cegada y las ventanas tapadas por armarios y estanterías, motivo por el que no salía humo por ellas. Los pasillos, según el jefe de bomberos, estaban llenos de embalajes y trastos. Pascual afirma que un bombero intentó apagar unas cortinas ardiendo caídas del tercer piso del edificio nuevo al segundo y comprobó que la manga del local no funcionaba.
Con respecto a la actuación de los bomberos en los momentos previos al derrumbe, Pascual afirma que los técnicos participantes saben cómo tienen que actuar. "No hubo una indicación concreta. Cuando se encontraban dentro, posiblemente en el edificio viejo, se oyó un crujido y pudieron interpretar que algún madero estaba cayendo, por lo que debieron ir a la escalera mecánica del nuevo, que fue el que se derrumbó. Quizá volvían a informar cuando ocurrió la desgracia", dijo.
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