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El público abandona los pagarés como refugio fiscal y sólo se queda con el 5% de los 203.565 millones emitidos esta semana

El abandono de los pagarés del Tesoro como refugio fiscal para el dinero negro por parte del público tuvo su máxima confirmación ayer. De la subasta de 203.565,5 millones de pesetas a 18 meses resuelta por el Banco de España, un 95% quedó en manos de la banca y las cajas de ahorro -según estimaciones del sector- a un tipo de interés del 7,98%, invariable desde finales de septiembre pasado. La aparición de las letras del Tesoro a finales de junio último ha reforzado la huida de los inversores en pagarés. Si hace algo más de un año empezó a preferir otras alternativas (mercado inmobiliario, bolsa, seguro con prima única), ahora los ahorradores -sobre todo empresas- se muestran atraídos por los nuevos títulos de deuda. Éstos tienen mayores tipos de interés: todavía un 15,04% en la subasta de letras a tres meses realizada el pasado martes. Además, aunque han sido dotados de transparencia fiscal, gozan del privilegio de la no retención a cuenta de los impuestos sobre la renta de las personas físicas y de sociedades.

El abandono de los pagarés, después de que el público llegara a adquirir más de 1,7 billones de pesetas durante el primer semestre de 1986 (hasta totalizar un máximo de 3,99 billones), fue especialmente intenso en el tercer trimestre de ese año, cuando se desprendió de 523.000 millones de pesetas. El cerco puesto por el fisco a las operaciones de prima única que actuaban entonces como refugio alternativo del dinero negro frenó dichas fugas a finales de año y principios de 1987. Pero entre abril y junio últimos los ahorradores se han desprendido de un neto de 111.000 millones, fenómeno acentuado posteriormente en la medida en que vencen pagarés y se emiten letras. Desde la aparición de las letras, el 23 de junio, los intermediarios han colocado entre el público hasta el 25 de agosto 835.698 millones de pesetas. No obstante, la mayoría de los destinatarios han sido compañías de seguros o grandes empresas que buscan altos rendimientos para sus excedentes de tesorería, por lo que el Banco de España y el Tesoro quieren explicar a los particulares las ventajas de los nuevos títulos con el fin de que aumente la demanda y poder así lograr sus objetivos de bajar paulatinamente los tipos de interés a un ritmo próximo al medio punto mensual.

A las nuevas subastas de pagarés que deben realizarse para renovar los vencimientos de los antiguos apenas acude más que la banca, necesitada de estos títulos para cubrir sus coeficientes obligatorios. Los 203.565 millones de pesetas subastados ayer corresponden a un 55% de los 368.148 millones emitidos en febrero y agosto de 1986 convecimiento de hoy viernes. El próximo 11 de septiembre vencerán otros 463.579 millones emitidos en marzo y en septiembre de 1986 con rentabilidades respectivas del 9,24% y del 7,44%.

Para renovar la parte de los pagarés que no piden la banca ni el público más adicto a la opacidad fiscal, el Tesoro tiene que incurrir en un importante coste de sustitución por letras (casi 10 puntos en los plazos más largos). Pero en la medida en que se resiste a pagar esta importante factura adicional la cantidad de dinero en circulación se ve engrosada. Esto dificulta la necesidad de esterilizar las fuertes entradas de divisas y complica los objetivos de control monetario fijados para contribuir a contener la inflación.

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