Irán y Arabia Saudí se disputan el alma del islam
Irán y Arabia Saudí están librando una feroz batalla verbal, un combate religioso por el alma del islam, después de los violentos enfrentamientos que se produjeron el pasado 31 de julio en la ciudad santa de La Meca, en Arabia Saudí, y que causaron la muerte a más de 400 musulmanes, la mayor parte de ellos peregrinos shiíes iraníes. Cada noche, los habitantes de la costa occidental del golfo Pérsico -una mezcla de las dos principales ramas del islam, la suní y la shií- son bombardeados por las emisoras de radio y de televisión rivales de Teherán y Riad. Cada país da su propia versión de los trágicos acontecimientos ocurridos en la ciudad santa de La Meca. Ambos Gobiernos se lanzan duros insultos de índole religiosa. Esta batalla propagandística repercute en todo el mundo musulmán.
"Jomeini es Satán", proclama la televisión oficial de la suní Arabia Saudí, mientras que las emisoras iraníes califican al rey Fahd de nuevo sha y agente corruptor.
En la noche del pasado domingo, el imam Jomeini pronunció el más grave insulto posible, al calificar de "infieles" a los miembros de la familia real saudí, encargados de vigilar y proteger los santos lugares del islam.
Los Gobiernos de Irán y Arabia Saudí han difundido sus respectivos vídeos sobre la matanza de La Meca.
En la versión saudí, que fue rápidamente distribuida en los demás países árabes después de los disturbios, se contempla a peregrinos iraníes atacando a los policías con piedras y bastones.
En la versión de Teherán, destinada esencialmente a la población shií en Bahrein, en Kuwait y en la provincia occidental de Arabia Saudí -centro de la producción petrolífera-, los fieles iraníes aparecen salmodiando: "No hay más Dios que Alá", así como otras consignas religiosas, y de improviso aparecen imagenes mostrando a los heridos y los muertos.
Los revolucionarios islámicos hoy en el poder en Irán supieron desde el principio utilizar la tecnología moderna para difundir su mensaje, pero en las sociedades árabes, tradicionalmente cerradas, la información circula con dificultad. "Salir así a la palestra con una máquina de propaganda es algo muy nuevo", reconoce Tariq Almoayed, ministro de Información de Bahrein.
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