En prisión los guardias civiles que amenazaban con bombas y me colocaron una en un local de Oyarzun
El sargento y el cabo primero de la Guardia Civil detenidos anteayer en Guipúzcoa por amenazas de bomba a un local comercial ingresaron ayer en la prisión provincial de Logroño por orden judicial. La orden se produjo después de que los agentes reconocieran que ellos mismos habían colocado una bomba de 250 gramos de Goma 2 en el centro comercial Pryca, de Oyarzun (Guipúzcoa), a cuyos propietarios habían exigido la entrega de dinero a cambio, de no colocarles bombas en el local. La entrada y salida de ambos agentes en el centro comercial fue tomada en vídeo.
Uno de los detenidos, el cabo primero A. G. C., pertenecía al Grupo Especial de Desactivación de Explosivos (Gedex) de Guipúzcoa y, por tanto, conocía perfectamente la fabricación y funcionamiento de artefactos. El suboficial encarcelado, el sargento J. P. F., estaba destinado en la localidad guipuzcoana de Irún. El pasado día 14 se recibieron varias llamadas anónimas en el mencionado centro comercial, anunciando que serían colocados artefactos explosivos en el local si no les eran entregados varios millones de pesetas, a la vez que advertían de que volverían a llamar para fijar las condiciones de la entrega.
Seguidamente, un miembro de la propia Guardia Civil fue quien intervino en los contactos telefónicos con los anónimos amenazantes, haciéndose pasar por directivo de Pryca. Las conversaciones fueron grabadas.
"Lo ha puesto un guardia"
A última hora del día 15 fue localizado un artefacto explosivo en el interior de Pryca. Advertido el equipo del Gedex de la Guardia Civil, dos especialistas de la unidad acudieron al lugar para desactivar la bomba. A los pocos minutos de observarla cuidadosamente, uno de los especialistas comentó a su compañero y a sus jefes más inmediatos: "Esto lo ha puesto algún policía o algún guardia". Esta afirmación estaba basada en el hecho de que el artefacto estaba confeccionado con la misma técnica que emplean los agentes desactivadores de explosivos en la fabricación de las pequeñas bombas que usan en sus habituales entrenamientos.
Un equipo del Servicio de Información de la Guardia Civil inició las investigaciones sobre el caso y, unas horas más tarde, ya en la madrugada del pasado lunes, fueron detenidos el sargento y el cabo citados. En los interrogatorios, el cabo primero reconoció inmediatamente los hechos de los que era acusado, mientras el sargento tardó varias horas en asumir su responsabilidad, según afirman las fuentes oficiales consultadas. Durante esos interrogatorios se descubrió que los detenidos tenían contraídas importantes deudas de juego, que, al parecer, pensaban saldar con parte del dinero que tenían previsto conseguir mediante las amenazas a Pryca.
Las fuentes informantes aseguran que el Servicio de Información de la Guardia Civil ha comprobado que las amenazas a Pryca han constituido el único delito de este tipo cometido por los agentes detenidos.
Al margen de las diligencias judiciales, la Dirección General de la Guardia Civil ha abierto expediente disciplinario a los dos guardias y, lógicamente, los ha separado del servicio. La propia Dirección General difundió anteayer una nota oficial sobre la implicación de ambos agentes, sólo unas horas después de que hubieran sido detenidos y cuando las diligencias indagatorias aún no habían concluido.
Precisamente una de las normas habituales en el cuerpo consiste en difundir este tipo de noticias en cuanto algún agente está implicado en delitos comunes. Como primera medida, los afectados son apartados del servicio automáticamente.
Guardia fallecido
Se da la circunstancia de que en el centro Pryca de Oyarzun falleció el pasado día 24 de diciembre el guardia civil del Gedex José Peña Medina, de 26 años, natural de Castillo de Locudin (Jaén) y residente en Oyarzun desde 1983, quien había acudido al local porque una llamada telefónica anómina avisó que en el mismo había sido colocado un artefacto explosivo. En este caso, la bomba, colocada en el interior de una bolsa de deportes, estaba compuesta por 2,5 kilogramos de amonal y un temporizador. Como consecuencia de la potente explosión registrada, también resultaron heridos levemente los empleados del centro comercial Simón Aristi y Calixto Sánchez.
A raíz de las numerosas amenazas anónimas recibidas y de un segundo atentado que sufrió el local, sus propietarios instalaron un complejo sistema de seguridad que ayudó a descubrir a los guardias que el pasado día 15 colocaron el artefacto.
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