La jerarquía eclesiástica boicoteó una recepción en la embajada
EL PAÍS, La Embajada de España ante la Santa Sede ofreció el 29 de marzo de 1987 una recepción con motivo de la beatificación de cinco nuevos beatos españoles, entre ellos tres carmelitas muertas en la guerra civil. El acto, presidido por Gonzalo Puente Ojea, embajador ante la Santa Sede, fue boicoteado por el episcopado español y algunos altos cargos de la secretaría papal.
De España habían llegado a Roma para la ceremonia un total de 42 obispos, arzobispos y cardenales. A la recepción de la embajada no se presentó ningún cardenal, ningún arzobispo, y asistieron tan sólo cuatro o cinco obispos, entre ellos, los de Sevilla y Guadix.
El día anterior, el 28 de marzo, se había notado en la comida inicial, ofrecida por el embajador español, la ausencia del arzobispo español Eduardo Martínez Somalo, sustituto de la, Secretaría de Estado del Vaticano, pese a que había sido calurosamente invitado.
Martínez Somalo manifestó porteriormente a Puente Ojea que no acudió a la recepción porque se tenía que ir con el Papa y no tenía tiempo material. Martínez Somalo le aseguró asimismo que de ninguna manera el Vaticano había pretendido devaluar la recepción con su ausencia.
También se notó la ausencia en la comida oficial de los cardenales españoles que se encontraban presentes en Roma. Durante la comida, tras el brindis del embajador, presentes varios arzobispos y obispos españoles, ninguno de los prelados se levantó a responderle, por lo que Puente Ojea se vio obligado a solicitar al cardenal italiano Sebastiano Bagio que pronunclase unas palabras, algo que el cardenal, giran amigo del Opus Dei, hizo en perfecto castellano.
Frialdad del Papa
Al día siguiente, el de la ceremonia de la beatificación, el Papa saludó con gran frialdad a la delegación oficial española, que le presentaba Puente Ojea en la basílica de San Pedro, en la capilla de la Piedad de Miguel Ángel. El Papa se limitó a darles la mano sin pronunciar una. palabra.
El Gobierno socialista español había enviado como representante al vicepresidente del Congreso de los Diputados, el socialista Leopoldo Torres, aunque el Vaticano* pensó que era poca representación. Torres manifestó que la beatificación de los primeros mártires de: la guerra civil había sido posible gracias a la normalización en España de, la democracia.
El 1 de abril, Ángel Suquía, presidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Madrid, quitó importancia al boicoteo de los obispos a la Embajada española cerca de la Santa Sede y definió como descortesía la masistencia de los prelados.
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