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GIRAS DE VERANO / 2

La 'mafia' del baile llega al Mediterráneo

Loquillo y los Trogloditas, cinco años viajando juntos

Casi dos metros de rocker, tupé y personaje llevado hasta sus últimas consecuencias. Fue cabo telegrafista en su enrolamiento forzoso en la Marina, y desde entonces lleva en el brazo un visible tatuaje. De no haber mediado sus pasiones musicales, Loquillo habría acabado figura de la selección nacional de baloncesto. Pero ahora algunas de las canciones de su tándem con el compositor Sabido Méndez son himnos juveniles en los labios de aprendices de Elvis e incendiadas quinceañeras. Por sus alias son en todo el país conocidos. Ese día llegaba a Palma la Familia Real, y al mismo tiempo, y para revolucionar un pequeño municipio de 6.000 habitantes, los reyes del rock and roll, Loquillo y los Trogloditas.

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La familia troglodita

Llevan cinco años viajando juntos, en la grabación de discos y en actuaciones en directo (en el argot, haciendo bolos) que arrastran al grupo a febriles giras desde marzo hasta septiembre a escenarios en distintos recintos. Sus primeros álbumes, Los tiempos están cambiando y El ritmo del garaje, contienen algunos de los pasajes más refrescantes de la historia del rock español de la última década. Algo así como un decálogo de banderas y referencias en los que no faltan Woody Woodpecker, la vida en las ciudades, James Bond, las invitaciones al baile y la épica del verano.Loquillo es dueño de una franqueable arrogancia, una ingenua chulería y una notable palidez. Cuando calienta el sol es difícil que se entregue al embadurnamiento del bronceador, al relax de hamaca o que se desprenda de la chaqueta de cuero. Inseparable prenda que últimamente ha abandonado para salir a escena vestido de esmoquin, con encopetados trajes. Para los desplazamientos entre galas se acompaña de un librote, la biografía no autorizada de Frank Sinatra, uno de los personajes que él entiende claves en el siglo XX, una lectura que seguro alimenta sus fantasías de telefilme de acción. El resto ha preferido las memorias de Roger Vadim o los relatos de Bukowski. Ojear las crónicas de los periódicos locales que han registrado sus andanzas o concederse el mínimo de sueño reparador después de la energía puesta en el contacto con sus muchos seguidores.

Loquillo y los Trogloditas son el plato fuerte de la noche, animadores insólitos de las fiestas patronales de san Jaime en Santanyi, y a la cita han asistido todos los chicos y las chicas veraneantes en las calas cercanas, rockeros, cateados de BUP y windsurfistas. Payeses y adultos oriundos y de las pedanías de alrededor, acomodados ahora en sillas de tijera, aguantando el chaparral, xenófobos algunos de la invasión turística de la isla y de los modales y ruidos de la joven barbarie. Una tromba de niñas zarandea las gorras de plato de unos números de la policía en acto de servicio que impiden su acceso al escenario. Quiero un camión, Cadillac solitario, Avenida de la luz, No surf, Coleccionistas o Rock and roll star, uno y otro, todos sus éxitos son coreados. Y a estas alturas El Loco del Tibidabo ha saltado del estrado favoreciendo a sus fans que le llenan de tobas, tirones de pantalones y de orejas; adolescentes que le llaman por su nombre de pila, José María. La batalla continúa después en el acceso a los camerinos con la distribución de autógrafos y fotografías sobre las que muchas estallan un beso. En otros tiempos, con Los Intocables y los Trogloditas de Vic, las dos bandas que han fabricado su ascenso a primera fila, cuando acuñaron su sonido de lata y su leyenda, en Cataluña y en otros lugares les arrojaban piedras y litronas, asunto que los enfrascaba en peleas y galletazos con los provocadores. Ahora las chicas les lanzan peines y sujetadores.

A su salida del recinto, el teniente de alcalde y los concejales de festejos de Santanyi, un pueblo en el que la mayoría de AP no ha necesitado de pactos para gobernar, cavilan sobre la conveniencia de repetir al siguiente año la experiencia o de seguir programando espectáculos y variedades a la medida de su calma.

Hacia Alicante

En la jornada siguiente la banda vuela hacia Alicante, para su actuación en una discoteca último modelo de Elche. La acogida es similar, pero algunos puntos de la zona ya han sido conquistados en ocasión es anteriores con 75.000 vatios de luz y 12.000 de sonido. Loquillo se seca el sudor con la bandera sudista de Estados Unidos, mueve las caderas, hace piruetas y su particular paso del pato; se sirve entre canción y canción unas copas de champaña caro. Se ha llenado de savoir faire. En Mis problemas con las, mujeres, su último disco con Los Trogloditas, se ha abierto a nuevos géneros musicales como el swing, la bossa, el foIk o la canción francesa. Evitando un revival prolongado, unos estereotipos de rock de los que se consideran pioneros y ahora ven convertidos en frívolas modas y negocio discográfico.

Esta bien avenida familia en la carretera tiene una monomanía: chicas, chicas y más chicas, y entre sus prácticas deportivas aprecian sobremanera el surf de alcoba y la pesca de truchas. Sea cual fuere su suerte, los zapatos del padrino deben acabar limpios al final de la noche. Y eso que en aquella ocasión unos fans despechados les han pinchado las ruedas de la furgoneta. Y un motorista muy joven con patillas isósceles les recrimina: "¿Eh, ya no vais a hacer nunca más rockabilly?". "Chico, les contesta el jefe, "has llegado 10 años tarde".

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