El segundo Soro torea al natural
ENVIADO ESPECIALEl segundo Soro, Antonio Ruiz, se diferencia del primer Soro, Vicente Ruiz -su hermano mayor- en que torea. Y muy bien, además, cuando interpreta el natural.
Lo interpretó poco en su primer novillo, porque era incierto, pero bastó para que la afición valenciana tomara nota del empaque y del temple con que instrumentaba el muletazo. En su segundo la afición pudo llenar de apuntes un cuaderno, pues ese novillo ya era pastueño y el Soro Il lo embarcó en series de naturales muy bien ligadas y abrochadas con los pases de pecho de cabeza a rabo. Y después, redondos, ayudados, de la firma, afarolados y cuanto se le ocurrió para aprovechar la ocasión de que tenía género donde describir las suertes de la tauromaquia.
Galache / Soro II, De la Viña, Jose
Cuatro novillos de Salustiano Galache y 3º y 6º de María Teresa Calderón, terciados y manejables. Soro II: siete pinchazos bajos y cuatro descabellos (silencio); dos pinchazos y estocada (vuelta). Rafael de la Viña: media baja pescuecera (petición y vuelta); pinchazo bajo y estocada corta baja pescuecera (palmas). El Jose: dos pinchazos, estocada contraria, rueda de peones y dos descabellos; la presidencia le perdonó un aviso (silencio); bajonazo descarado (oreja). Plaza de Valencia, 28 de julio. Cuarta corrida de feria.
Trofeos ganados con la muleta los perdió con la espada. Soro II mata muy mal. Claro que aún se puede matar peor. El Jose, ayer, mataba peor que Soro Il y Rafael de la Viña, especialista en mandobles pescueceros, los ganaba a ambos por varios cuerpos de ventaja. Rafael de la Viña es un espadachín matarile-chundarata de mucho cuidado.
Tampoco El Jose se quedaba atrás en el toreo al natural y un poco le ocurrió lo que a su colega Soro: que tuvo un novillo reservón al que sólo pudo porfiar pases que no salían, y un sexto canela en rama que le permitió desplegar sus habilidades taurómacas y enardecer al entusiasta paisanaje, llegado de Albalat dels Sorells bien provisto de pancartas. Cuando El Jose echaba adelante la franela y se traía prendido en sus bambas al novillo, siguiendo el viaje con el rítmico giro de su cintura, no ya los pancartistas de Albalat dels Sorells sino la plaza toda coreaba olés con verdadero entusiasmo.
Qué gozo ver torear; qué gozo aún más grande ver torear bien. Con los naturales de Soro II y de El Jose la feria se ponía gozosa. No tanto como hubiera podido ser, sin embargo, pues a aquel toreo bueno le faltaban algunos rasgos esenciales, como son un poco más de picante y fuerza en los novillos y un poco más de ortodoxia en los muletazos. Soro II y El Jose, como tantos, se resistían a cargar la suerte.
Dejaban la pierna contraria retrasadita, Soro y Jose, pero sin exageraciones. Por ejemplo, no tanto como Rafael de la Viña, que la escondía. Rafael de la Viña no tuvo novillosian buenos como sus compañeros de tema y ya que ejecutar el toreo güeno resultaba un complicado ejercicio optó por el tremendismo.
El toreo de rodillas (y los mandobles a los pescuezos de las reses) fue lo más notable de Rafael de la Viña ayer: empezando por las largas cambiadas, teminando por los alardes muleteriles rodilla en tierra, incluido tirar los trastos en temerario desplante, que descomponía rápidamente el novillo con sus arrancadaá inoportunas y ambos apretaban a correr, cada uno con su particular intención.
Bregaba en el quinto novillo el banderillero Antonio Femández Tejada cuando pisé una banderilla y se clavé el arponcillo en la planta del pie. Tarsladado con sumo cuidado a la enfermería, allí le quitaron la banderilla y curaron la herida, que fue calificada de pronóstico reservado.
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