Raúl Alfonsín,
presidente de Argentina, se salvó ayer de, al menos, una indigestión gracias al sacrificio de un ratón de laboratorio. El equipo de dietética que siempre acompaña a Alfonsín descubrió la presencia de bacterias en el salmón que iba a ser servido en una cena entre el presidente argentino y José Sarney, presidente de Brasil, por lo que decidieron someterlo a prueba con un cobaya. El infortunado ratón murió una hora después de ingerir el salmón, por lo que los expertos decidieron "cambiar el menú".
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