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Riaño

Rosa Montero

Lo peor del asunto Riaño es ese modo hábil e insidioso con que el Gobierno suelta cifras. Pues al padre del alcalde se le dio nosecuantísimo dinero, dicen en el ministerio, por ejemplo, intentando apagar la brasa del escándalo a golpe de peseta recibida. Lo que no cuentan en el ministerio, probablemente porque jamás han puesto un pie en la zona, es que los que cobraron buenas indemnizaciones hace ya tiempo que abandonaron el pueblo; que muchos de los que quedan en Riaño apenas si recibieron cuatro perras, insuficientes sin lugar a dudas para irse; y que, como el proceso ha sido tan lento y chapucero, ha crecido una nueva generación que no cobró dinero y que repudia el acuerdo que hicieron sus mayores. Y sí, quizá haya entre ellos algún pícaro abusivo, pero también el sector ministerial está lleno de marrulleros y pendejos, y no por ello les tiramos la casa abajo a martillazos ni les inundamos de agua la cocina. Los habitantes de Riaño están viviendo ahora su particular apocalipsis, mientras el Gobierno les destroza diligentemente el mundo. Eso sí: los mandamases, tan mirados y cuidadosos ellos, han esperado que pasaran las elecciones antes de ordenar la fosfatinación final. Puestos a no dejarles nada, el PSOE no quiere permitirles ni el derecho al dolor."Son unos mostrencos, se oponen al progreso", brama la posición como un solo hombre contra el puñadito de recalcitrantes montañeses. Pues miren, puede que la maldita presa sea el progreso, pero yo creo que al futuro se puede. llegar utilizando caminos muy diversos. También el Séptimo de Caballería traía el progreso al arrasar y exterminar las tribus indias, pero sucede que hay progresiones que me asquean. Yo dudo que entre los gastos de construcción de la presa de Riaño se haya contabilizado todo el dolor social, tanto desgarro, la herida irreparable de la angustia. Si hubieran tenido en cuenta estos costes sangrientos, quizá hubiesen comprendido que el dinero no es todo, que el precio es excesivo, que era mejor dejar en paz a los perdedores de este valle perdido.

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