Presencia intimidante
El pasado día 21 de junio Sevilla despertó bajo el ruido del helicóptero y las sirenas que escoltaban a los ministros de Defensa de la OTAN. Policías cada 100 metros, zonas acordonadas en el centro de la ciudad. Durante dos días el gran despliegue de las fuerzas del orden originó uno de los mayores desórdenes públicos de este ya de por sí desordenado año.Los señores del complejo industrial-militar del Norte se vienen al Sur a hablar de sus negocios. Y éste es el premio que recibe el Sur por decirles que sí, entre engaños, falsas promesas y amenazas: se nos premia con esta presencia intimidante que nabla de todo menos de ayudarnos, o siquiera dejamos, a salir de la incultura, el paro y el atraso. Tras una cosa así uno se lleva la triste impresión de que en unos años los andaluces que trabajen serán o policías o camareros en temporada alta. Nuestra misión en Europa parece ser la de taberna a la que vengan los jefes a jugarse el mundo a los dados. Triste destino el de nuestros patios más queridos.
Un grupo de unas decenas de personas conseguimos reunirnos (el secreto guardado sobre el encuentro hasta el día anterior impidió la preparación de mayores movilizaciones) para intentar expresar nuestra repulsa ante tan amenazante presencia en la ciudad. Y la cosa fue realmente grotesca. Se puede decir que la Policía Nacional (¿de qué nación?) nos disolvió antes de que nos hubiéramos juntado. En un atentado más a la libertad de expresión nos impidió pasear una pancarta por la calle de las Sierpes, y cuando conseguimos reagruparnos en la avenida de la Constitución se nos retuvo con un aparato de lo más espectacular.-
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