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Súbditos marroquíes denuncian al propietario de una vaquería utilizada como vivienda

El súbdito marroquí Benamar Mohamed presentó en días pasados denuncia en el cuartelillo de la Guardia Civil de Boadilla del Monte contra el propietario de una antigua vaquería semiderruida en la que convive con otros 32 compatriotas. El denunciante acusa a Félix Nicolás de ordenar el derribo el pasado día 8 mientras gran parte de los inquilinos se encontraban en el interior. Un obrero, pagado por el propietario, consiguió tirar parte del tejado antes de que la Policía Municipal interrumpiera su labor tras ser avisada por los concejales del Ayuntamiento, los cuales además actuaron como testigos en la denuncia.

Los ciudadanos marroquíes, algunos de los cuales llevan 10 años viviendo en ese mismo lugar, pagan mensualmente 1.000 pesetas cada uno en concepto de alquiler. Según los inquilinos, todos ellos desembolsan la citada cantidad, mientras que el arrendatario afirma que sólo 10 de los 33 le pagan cada mes. En el local, de unos 40 metros cuadrados de superficie, viven los afectados en condiciones de hacinamiento. El edificio carece de electricidad y agua corriente.

Félix Nicolás afirma que ordenó el derribo de una parte de la edificación que no afecta a los inquilinos, ya que se trata de un pequeño almacén de materiales de obra. El depósito al que se refiere el propietario forma parte del mismo edificio y está separado de la parte habitada por un tabique semiderruido. Nicolás afirma también que ofreció a los denunciantes otro alojamiento, pero más tarde dijo, refiriéndose a la denuncia, que "después de hacerme esto no pienso seguir ayudándolos".

Entre estiércol

Por su parte, Benamar Mohamed manifestó que el alojamiento prometido no era suficiente para cobijarlos a todos y que las condiciones eran aún peores que las de su actual vivienda. El lugar ofrecido está situado a unos dos kilómetros de Boadilla y consiste en unos barracones carentes también de agua y luz que se encuentran rodeados de tres montañas de estiércol de unos 10 metros de altura cada una.Los ciudadanos marroquíes se ganan la vida trabajando esporádicamente en la construcción o haciendo pequeñas obras y trabajos de jardinería en los muchos chalés que pueblan las urbanizaciones de la localidad. La cantidad que perciben por un día de trabajo oscila entre las 2.000 y las 3.000 pesetas.

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