_
_
_
_

Grupos de EE UU y Europa en el Festival de Montpelier

La danza ha llegado con mucho poder a esta ciudad de ambiente mediterráneo, la que más se ha dejado permear de la arquitectura contemporánea (aquí está Antigone, la obra mayor de Bofill). Montpellier está llena de banderolas tricolores del festival, pero no de los tonos de la enseña nacional gala, sino rosa y celeste. Jean-Paul Montanari y su equipo han conseguido que esta séptima edición del festival internacional sea la de la consolidación organizativa.

El programa, ambicioso a la vez que justificado, trae espectáculos para todos los gustos. Más que en la exclusividad, Montanari programa lo que la ciudad no ha visto o desea volver a ver; es el caso del grupo Ris et Danceries, reconstructores de danzas barrocas que repiten este año en la misma escena: el patio del Museo Jacques Coeur, pero reforzados con la presencia de Rudolf Nureyev.Las gradas, con capacidad para 1.300 personas, estuvieron abarrotadas cuando todavía el cielo sobre el palacio era de ese azul profundo, casi marino, donde apareció el divo vestido de brocados -de oro y sangre, con un tocado de plumas rojas pedido prestado a un cuadro de Poussin, la mirada baja y las medias y los zapatos de púrpura como un grabado tenebrista. Él solo y el violonchelista que discretamente tocaba en una esquina hicieron la suite de Bach recomponiendo una danza antigua, de evocación de los albores del ballet. Nureyev, por momentos, se liberaba en un baile cultísimo de esmero arqueológico, recogiendo todo el código de voces y pasos que nos ha legado la iconografía, para sobre ello edificar una danza atemporal, respetuosa y elegante. En el grupo destaca la española Ana Yepes, hija de Narciso, con un papel solista en el baile de Luis XIV.

Antes se ha podido ver en la ópera (que por cierto, gracias a un coherente uso de la sala, permanece abierta todo el año y la puede ocupar la foránea) dos programas de Trisha Brown. Ella es lo que queda de la danza posmoderna americana, fue la eminencia del movimiento neoyorquino y como tal ha trascendido; lo que fue o sabía es hoy estilo y sus nuevas creaciones se mantienen dentro de aquellos hallazgos a los que tanto debe la nueva danza europea.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_