La derecha regional
Unión Valenciana y otros partidos que abandonaron Coalición Popular avanzan posiciones
El ascenso electoral de Unión Valenciana (UV), que ha superado a AP en votos en la ciudad de Valencia y se ha convertido en la segunda fuerza política de la capital, ha sorprendido a quienes veían en este partido el simple heredero de los anticatalanistas que protagonizaron algaradas callejeras durante la transición. Apoyados por sectores empresariales y por medios periodísticos conservadores y amparados en un discurso populista, los dirigentes de UV se han convertido en un importante fenómeno urbano de Valencia, ya que su implantación no rebasa los límites del área metropolitana de la capital.Entre los miles de manifestantes que el 9 de octubre de 1979, en la procesión cívica de la fiesta de la ciudad, abuchearon, insultaron y zarandearon al alcalde, el socialista Ricard Pérez Casado, se encontraba la mayoría de los actuales cargos públicos de UV. Alentada por UCI), la polémica sobre los símbolos fue una cortina de humo para impedir la hegemonía de la izquierda en el País Valenciano. Los llamados blaveros, palabra que procede de blau (azul), partidarios de la bandera cuatribarrada con la franja azul, fueron las fuerzas de choque.
La movilización dio sus frutos y los socialistas aceptaron en el Estatuto de Autonomía, aprobado en la primavera de 1982, parte de las reivindicaciones anticatalanistas como la bandera con franja azul y una denominación de síntesis como Comunidad Valenciana, entre la de Reino de Valencia, defendida por la derecha, y la de País Valenciano, auspiciada por la izquierda. Como consecuencia del descalabro de UCI), los anticatalanistas necesitaron organizarse y, de este modo, nació Unión Valenciana en vísperas de las elecciones generales de 1982.
Conscientes de su debilidad, los regionalistas buscaron otro paraguas protector y acudieron a los comicios en la Coalición Popular. La vieja amistad entre Manuel Fraga y Miguel Ramón Izquierdo, el último alcalde franquista de Valencia y en la actualidad el único diputado de UV en el Congreso, facilitó mucho las cosas. El pacto se extendió a las elecciones municipales y autonómicas de 1983 y ello brindó a UV la obtención de actas de concejales y de diputados autonómicos. Dirigentes de AP se lamentan ahora de haber facilitado una cobertura a los regionalistas que, cuatro años después, ha supuesto una considerable merma de votos para los conservadores.
Unión Valenciana se desmarcó a comienzos de 1986 de la Coalición Popular, se presentó a las elecciones generales en solitario y consiguió un diputado por Valencia.
Un mensaje populista, sustentado sobre todos los tópicos regionalistas y agraristas y lanzado a los cuatro vientos por el diario conservador Las Provincias, ha sido la clave del éxito.
El ascenso electoral de UV y su deseo de ofrecer una imagen de centro regionalista no pueden ocultar que sus listas están repletas de antiguos cargos públicos del franquismo como el alcalde de Albal, Agustín Zacarés, o la concejala de Valencia Josefa Ahumada. Junto a los nostálgicos de la dictadura, se encuentran ejemplos notorios de travestismo político como el concejal de Valencia Juan Oliver, que ha desfilado por cuatro partidos en apenas cinco años.
El feroz anticatalanismo ha pasado a un segundo plano y ahora se insiste en una idea abstracta de la patria valenciana. El líder de UV, Vicente González Lizondo, señala: "Nuestro partido se sitúa en una posición de centro y dentro del liberalismo. Nosotros somos como es la tierra. No aceptamos ni los dogmatismos de la derecha ni los de la izquierda. Representarnos el progresismo con una mezcla de conservadurismo". Empleados y pequeños industriales y comerciantes forman el grueso del partido.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.