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Reportaje:

La salud como equipaje

Gran parte de las 2.288 muertes producidas en 1986 por accidentes de tráfico acaecieron entre las fechas que abren y cierran el paréntesis de la época estival. Los accidentes de tráfico son, evidentemente, el riesgo más grave que hay que afrontar al iniciar las vacaciones. Pero no hay que olvidar que el verano es una época especialmente pródiga en dolencias estacionales. Desde las insolaciones hasta las quemaduras del sol, pasando por la denominada diarrea del viajero, se da cita en estos meses todo un abanico de patologías, generalmente leves. Este año para recibir asistencia sanitaria fuera del lugar habitual de residencia no será necesaria la cartilla de desplazamiento.

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Los cambios bruscos en los hábitos alimentarios y formas de vida que acompañan a las vacaciones originan una serie de molestias y trastornos que están identificándose casi, inevitablemente con el verano. Estas dolencias están relacionadas generalmente con el agua, el sol, la comida y la práctica de ejercicios físicos bruscos o inadecuados.Si el calor reinante es tan excesivo que el cuerpo no puede regular -mediante el sudor- la temperatura en los 37 grados normales, se produce un estado peligroso, especialmente para los niños, denominado golpe de calor. Las conocidas insolaciones son la forma más común de esta afección; se producen generalmente después de un tiempo prolongado de exposición al sol sin nada que proteja la cabeza.

Los síntomas más frecuentes consisten en una neuralgia intensa, acompañada de sed, náuseas y elevación brusca de la temperatura; puede incluso que se superen los 40 grados centígrados. Para conseguir que descienda la fiebre hay que aplicar paños de agua fría en la frente, y si se nota que la persona afectada sufre confusión mental o pierde el sentido, hay que avisar al médico.

El exceso de sol puede tener también consecuencias menos perceptibles en un primer momento, pero más dañinas a largo plazo. El aumento de los cánceres de piel en los últimos años ha puesto en guardia a los dermatólogos y cada vez está más demostrada la relación causal entre las exposiciones prolongadas a los rayos solares y esos tumores. Su incidencia crece cada año. cerca de 2.000 personas fallecen en Francia anualmente a consecuencia de tumores de la piel.

Evitables

El 90% de estos cánceres son curables si se detectan a tiempo, pero sobre todo, son, evitables si se toman precauciones antes de exponerse al sol. Además, hay que tener en cuenta que si la piel se acostumbra progres¡vamente a los rayos del astro rey, éstos son beneficiosos. Para ello conviene no superar la media hora de exposición diaria.Además, si los primeros días de exposición al sol no se toman precauciones se pueden producir quemaduras, que se manifiestan generalmente con enrojecimiento. En los casos más graves aparecen ampollas, pero lo habitual es que en unos días se produzca una regeneración de las células nuevas que sustituyen a las quemadas.

El verano puede ensombrecerse definitivamente si a la piel quemada se añade alguna de las infecciones intestinales tan propias de esta época. Se las conoce también como diarrea del viajero y un alto porcentaje de turístico se ven obligados a suspender sus vacaciones ante los estragos que la alimentación de otros países produce en su aparato digestivo. Popularmente se considera a México como el país donde se corren mayores riesgos de sufrir estos trastornos. Quizá por ello en los países anglosajones se le denomina también como la venganza de Moctezuma.

'Oído de nadador'

El máximo riesgo de estas diarreas es la deshidratación, especialmente si los afectados son niños muy pequeños. En casos graves puede que sea necesaria la hospitalización, pero generalmente se resuelve en 48 horas sin que surjan complicaciones. Para contrarrestar sus efectos hay que tomar infusiones, zumos y agua.El agua es otro de los agentes peligrosos en el verano. De hecho, hay una afección en la parte externa del pabellón auditivo muy persistente en los niños que pasan mucho tiempo en el agua, así como en las personas que practican con asiduidad la natación.

Esta afección, conocida como oído de nadador, es dolorosa y muy molesta. Con tratamiento adecuado no dura más de unos días, pero sin él puede prolongarse varios meses. La medida preventiva más eficaz consiste en evitar, mediante el uso de tapones, que entre el agua en los oídos.

El agua, además, si está contaminada puede provocar tras tomos en la piel, como la Pitiriasis versicolor. Comúnmente se conoce a esta dolencia simple mente como micosis. Está producida por unos hongos, y la cada vez más frecuente contaminación de las aguas de playas y piscinas la ha convertido en una de las dolencias que más se identifican con el verano. En esto influye, sin duda, que es muy fácil el contagio y muy persistente la infección.

Se reconocen fácilmente por la manchas que aparecen en la piel, y para erradicar los hongos el tratamiento actúa a dos niveles diferentes: con un antifúngico o antimicótico por vía oral y una emulsión de aplicación local en la zona afectada. Esta emulsión, generalmente de hiposulfito sádico, debe utilizarse aproximadamente durante un mes. Además, hay que extremar las medidas de higiene para no transmitir los hongos a otros miembros de la familia. Para ello hay que lavar la ropa separadamente y, sobre todo, utilizar toallas individuales tanto en la playa como en casa.

Tanto el llamado pie de atleta, muy común entre los deportistas que usan duchas comunes, como las vaginitis causadas por candida son simples variantes de esta infección veraniega.

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