_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La comunidad de las armas

LOS MINISTROS de Defensa de países europeos miembros de la OTAN, que integran el Grupo Europeo Independiente de Programas (GEIP), se reunieron el pasado día 22 en Sevilla para aprobar el documento Hacia una Europa más fuerte, conocido como informe de los sabios. El comunicado final de la reunión subraya que para elevar "la competitividad internacional de Europa" hace falta que el mercado interno de armamentos en nuestro continente se abra "al comercio sin fronteras" y que se incremente "la actividad cooperativa de industrias y Gobiernos". Se trata, pues, de crear un verdadero mercado común europeo de las armas.El GEIP nació para aunar esfuerzos económicos y tecnológicos con el fin de reducir la excesiva dependencia del Viejo Continente con respecto a la industria bélica de EE UU. En los últimos años, Europa ha comprado armas norteamericanas por un valor cuatro veces superior a los productos bélicos europeos adquiridos por Washington. Este desequilibrio tiende a incrementarse porque la industria que obtiene más ingresos incrementa a la vez sus posibilidades de invertir en nuevos desarrollos tecnológicos. Los países del GEIP tienen como enemigo a Washington, y en algún terreno ya han conseguido cierto éxito relativo. Estados Unidos ha tenido que aceptar repartir con Europa el mercado de los misiles aire / aire. En Europa se fabricarán los de alcance medio y en EE UU los de largo alcance, para equipar a todos los ejércitos de la OTAN. La resolución de Sevilla tiende a elevar la competitividad y autonomía europeas.

En su realización práctica, este propósito choca, lo mismo que ocurre en otras empresas europeas, con fuertes intereses particulares de algunos países. Los ejemplos más claros son los del cazabombardero Tornado y del Avión de Combate Europeo, los dos proyectos más importantes como desarrollos conjuntos. En ambos casos, Francia se ha negado a participar, cuando tiene una de las industrias de aviación particularmente avanzada. En una perspectiva más amplia, este esfuerzo de los países europeos por potenciar sus industrias de armamento presenta paradojas: por un lado, tiende a reforzar el armamento convencional en los países occidentales, necesario si se busca un equilibrio en este terreno con vistas a los pactos sobre limitación de armas nucleares entre Washington y Moscú; por otro, sucede que tanto la OTAN como el Pacto de Varsovia hablan de impulsar las negociaciones y las medidas para reducir los armamentos convencionales.

Aunque el comunicado del GEIP hable sólo de abrir el mercado interno, es obvio que los sistemas desarrollados conjuntamente en Europa no serán adquiridos únicamente por naciones occidentales. Tendrán como clientes a países en conflicto, Estados del Tercer Mundo y todos aquellos Gobiernos que no cuenten con industrias propias capaces de desarrollar sistemas similares. Europa parece decidida, después del acuerdo adoptado en Sevilla, a obtener una mayor porción en el comercio internacional de armas, bajo el argumento de que, si no lo hace, acabará convirtiéndose en el rehén tecnológico de EE UU. Tesis no convincente ante el ejemplo de Japón, que, casi sin industria militar, compite y supera incluso a EE UU en muchos terrenos tecnológicos y comerciales. Otro aspecto discutible de la resolución del GEIP es la actitud adoptada ante los países con una industria de defensa menos desarrollada, como Turquía, Portugal y Grecia. Las otras naciones europeas -especialmente Francia, el Reino Unido y la República Federal de Alemania- se han comprometido a favorecer el desarrollo de una potente industria militar en dichos países para que ninguna nación europea de la OTAN quede al margen de los beneficios del grandioso mercado común armamentístico.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

El efecto de tal onentación no puede ser otro que ampliar el proceso de militarización que sufren desde hace décadas los países desarrollados, en los que, por una parte, es ya muy elevado el porcentaje de técnicos y trabajadores empleados en las industrias de defensa, y por otra, son cada vez más numerosos los sectores económicos dependientes de los resultados obtenidos por los fabricantes de armas. Si Europa da prioridad a las industrias de armamentos, en detrimento de las iniciativas tecnológicas civiles, como el plan Eureka, contribuirá a empeorar esa dramática evolución.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_