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El Congreso de EE UU aprueba un presupuesto que congela los gastos militares

Francisco G. Basterra

El Congreso, dominado por la oposición demócrata, ha aprobado un presupuesto para el año fiscal 1988 (que comienza el 1 de octubre próximo) de más de un billón de dólares (más de 125 billones de pesetas), que contiene una subida de impuestos y la congelación del gasto militar. Esto hace políticamente inviable esta ley marco fiscal, cuyo desarrollo, con toda seguridad, será vetado por Ronald Reagan. Es sólo el primer asalto del complejo proceso legislativo presupuestario, que no concluirá hasta que se aprueben las partidas específicas de gastos e ingresos necesarias para ejecutar el presupuesto. Comienza una batalla a muerte sobre impuestos entre la Casa Blanca y el Congreso.El presidente no necesita sancionar con su firma este marco presupuestario (1,039 billones de dólares, con un déficit previsto de 134.400 millones de dólares), pero no se moverá nada a menos que apruebe los 19.300 millones de dólares de nuevos inipuestos (64.000 en los próximos tres años) que contiene el presupuesto. Y ya ha prometido no hacerlo, por lo que los demócratas, que no tienen la mayoría necesaria para superar un seguro veto, solicitaron ayer la "buena voluntad presidencial" para negociar un compromiso.

El presupuesto aprobado por el Congreso concede a Reagan 16.000 millones de dólares menos de lo que solicitaba para el Pentágono, congelando el gasto al nivel de este año (289.000 millones de dólares) y por debajo del ajuste de la inflación. Pero si se niega a aprobar el aumento de impuestos (indirectos y tasas, el de la renta no será tocado), esta cifra será aún más reducida. "Este presupuesto convierte a la seguridad nacional en rehén de un aumento de impuestos" , clama la Administración, que asegura que supondrá volver a la vulnerabilidad en defensa de la presidencia de Carter. Pero los expertos estiman que el rearme realizado por Reagan en seis años ya es suficiente.

El presupuesto fue aprobado por el Senado por 53 votos contra 26 y antes había pasado por la Cámara de Representantes, por 215 votos contra 201. La Casa Blanca ha lanzado una cruzada que encabeza con celo misionero el propio presidente -con viajes semanales por el país- en defensa de no incrementar la presión fiscal y acusando a los demócratas de intentrar cubrir su despilfarro del dinero del contribuyente con un incremento de impuestos. "No piden más impuestos para reducir el déficit sino para incrementar el gasto público". Los asesores de Reagan creen que esta campaña puede servir para sacar al presidente de las cuerdas en las que le ha colocado el escándalo Irangate. Por otra parte, la aceptación de este presupuesto acabaría con la filosofía económica de las reaganomics, basada en la teoría de que los recortes fiscales producen mayor actividad económica e inducen a un mayor crecimiento.

Los americanos expresan un sentimiento ambiguo en este debate que acaba en la imposible cuadratura del círculo. Por un lado quieren reducir un déficit insostenible (este año será de unos 170.000 millones de dólares), pero rechazan un aumento de los impuestos y tampoco apoyan un recorte de los gastos sociales. Los demócratas, que quieren aparecer ante la campaña presidencial del año que viene como fiscalmente responsables, denuncian que Reagan llegó a la Casa Blanca en 1981 "predicando las virtudes de un pres upuesto equilibrado y condenando el derroche fiscal y los insalubres déficit de las anteriores administraciones".

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