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Reportaje:

La región de los 'hombres de la selva'

Una visita a la tierra natal de Bokassa

ENVIADA ESPECIAL, La condena a muerte dictada por la Audiencia de Bangui contra el ex emperador centroafricano Jean Bedel Bokassa ha suscitado reacciones encontradas entre la población, pero de momento no se han producido brotes de violencia. Sin embargo, la tensión en los pasados días era palpable sobre todo en Lobaye, la región situada al sur del país, donde los mbaka -tribu a la que pertenece Bokassa- son mayoritarios y donde nació el ex emperador.

En Lobaye, los hombres de la selva, como también se conoce a los habitantes de la región, echan de menos a su emperador, pese a que ello no libró a su gente de sus abusos. "Lo que deberían hacer es liberarlo para que vuelva a Berengo y ponga de nuevo todo en marcha y nosotros tengamos trabajo", declara en Mbaiki, la capital de Lobaye, un dirigente local. El hombre se refiere con nostalgia -justificada por el paro que azota al país- a los tiempos en que Berengo, a unos 30 kilómetros de Mbaiki y residencia principal del emperador, era un hervidero de actividad. El palacio, como una lujosa villa europea, era el centro de una granja en la que, bajo la supervisión del emperador -que pagaba personalmente a sus empleados-, trabajaban miles de personas.

Entre otras actividades, las posesiones imperiales comprendían una plantación de café, con un tostadero para elaborar la cosecha, y un taller de costura, donde se confeccionaban los uniformes que fueron motivo de los motines escolares en 1979. Tras el pillaje de los franceses -según dice el propio Bokassa- primero y el de la población después, todo quedó arrasado y paralizado, al igual que las factorías que existían en Villa Kolongo, la casa de La Rumana, donde había -una fábrica de clavos y un criadero de serpientes que suministraba veneno al Instituto Pasteur de Bangui para sus investigaciones.

El 'palacio' de Berengo

Berengo, además de ser un centro productivo, tenía una pista de aeropuerto que todavía hoy utilizan los aviones militares franceses, y estaba comunicada a la capital por la única carretera asfaltada del país. En los jardines del palacio, hoy las malas hierbas lo han invadido todo. En los talleres de confección, incluso los enchufes de los centenares de tomas paría las máquinas de coser fueron objeto de saqueo. De los fastos de la corte sólo quedan algunos trozos de terciopelo rojo, brocados que revestían las paredes de algunas salas y dos bustos en bronce del emperador; uno de ellos, de manufactura italiana, tumbado en el jardín. Otro testigo de la noche de autos de 1979 es un cofre de la sala del comedor del palacio con evidentes huellas de haber sido forzado. ¿Es ahí quizá donde estaban los diamantes que Bokassa dice se llevaron los franceses?Uno de los vigilantes de Berengo fue soldado destacado en la corte en los tiempos imperiales. "Exageran a veces con las historias sobre Bokassa. A veces montaba en cólera con la gente, pero generalmente se lo inerecían", afirma el soldado, paseando entre los laberintos subterráneos de la villa.

"Si Bokassa apareciera aquí ahora, ¿qué haría?". El soldado se pone firme y con un saludo enérgico de la mano contesta: "Pues decirle "Buenos días, jefe". Un poco más lejos se extiende la selva inmensa, que llega hasta el Congo, y en la que viven los pigmeos, aliados de los mbaka.

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