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El Congreso y el 'Irangate'

Tras cinco semanas de sesiones, los 11 senadores y los 15 representantes que forman la comisión conjunta de investigación del Congreso y del Senado de Estados Unidos sobre el escándalo del Irangate han decidido observar una pausa, antes de dedicarse a los platos fuertes de los testimonios de Oliver North y John Poindexter, personajes clave de este asunto.La audiencia de estos dos colaboradores próximos de Reagan permitirá, probablemente, fijar con mayor exactitud las responsabilidades. Sin embargo, y tras las revelaciones que ya se han producido por parte de los 18 primeros testigos, es posible extraer ya algunas conclusiones de esta deprimente historia.

La primera constatación que se impone es que, de forma aparentemente deliberada, una parte importante de la política exterior de Estados Unidos ha escapado durante meses a aquellas personas que están encargadas oficialmente de ella, a saber, los diplomáticos del Departamento de Estado.

En el actual nivel de las investigaciones, la segunda enseñanza que es posible extraer es que este asunto sirve para ilustrar una vez más la lucha permanente de influencias entre el jefe del Ejecutivo y el Congreso por llevar las riendas de la política exterior del país. Pocas dudas subsisten ya sobre los ánimos que Reagan dio a sus colaboradores para llevar a cabo esta política secreta, más allá del control del Congreso.

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11 de junio

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