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Indiscreto

¿Es don Narciso Serra un hombre indiscreto? No. ¿Puede permitirse un ministro de Defensa el lujo de ser indiscreto? Tampoco. Entonces, ¿cómo es posible que a don Narciso Serra se le haya escapado la indiscreción de que quiere dejar el Ejército y volver a la vida civil en el cargo de ministro de Economía? Tal vez el señor ministro tuvo un mal momento, un desfallecimiento a lo huerto de Getsemaní, y habló cuando y donde no tuvo que hablar. Pero es muy improbable, porque Serra pertenece a ese tipo de galápagos que la última concha que se quitan es la que llevan sobre la boca.Por el efecto llegaremos a la causa, La indiscreción del señor Serra permite suponer que Solchaga será cesado después de las elecciones, y por tanto se hace un guiño a los antisolchaguistas para que voten al partido del Gobierno: la breva está madura y ya vendrá el verano.

Si el resultado electoral es bueno para el Gobierno, pues Solchaga continúa y la indiscreción de Serra pasa a la historia del rumor mal intencionado y sin padre ni madre. Si el resultado electoral es malo, Solchaga puede ser sustituido por Serra o no; es lo de menos.

La indiscreción ya ha cumplido una estricta función electoralista. La política tiene estas servidumbres. Desde que cesó Calviño el Gobierno carecía de punching, y por méritos propios el señor Solchaga ha ocupado su puesto. Calviño fue un fenomenal actor que cumplió como un maestro el papel del que recibe las bofetadas.

Me temo que Solchaga no esté a la altura de aquel genio y que aunque haga esfuerzos para asumir un papel masoquista, de vez en vez no pueda reprimir una explosión de soberbia científica. Pásate toda la vida estudiando economía para que al final te den el cometido de punching del poder y hasta el señor ministro de Defensa te bombardee con indiscreciones, como si fueras un polígono de tiro cualquiera, servidumbre pero también grandeza y algún día el honor de ser reconocido como caído por España y su mayoría natural.

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