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JaruzeIski tiende una mano al Papa para construir una nueva Polonia

Juan Arias

El papa Juan Pablo II, en la primera jornada de su tercer viaje a Polonia, dijo ayer al jefe de Estado, Wojciech Jarazelski, que para conservar la paz es necesario tener en cuenta al hombre y a "sus derechos inalienables". El general, en un discurso pronunciado en el castillo real de Varsovia, dijo que en Polonia "creyentes y no creyentes pueden construir juntos una nueva casa", y que es preciso que "ni un solo valor espiritual de la nación se desperdicie".

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JaruzeIski pronunció ante el Papa un discurso de envergadura, transmitido por televisión, y que fue calificado inmediatamente como gorbachoviano. Dijo con orgullo que el tiempo le había dado razón y que el Papa puede observar hoy una Polonia "muy distinta de la de hace cuatro años". Aseguró también que se está consolidando en el país una fórmula de "pluralismo socialista" y una "democracia más viva", y afirmó con vehemencia: "No tenemos miedo a soluciones nuevas y estamos abiertos a cualquier iniciativa realista".Refiriéndose a las protestas de los primeros años de la actual década, Jaruzelski dijo que todo lo que en ellas "había de genuino y de responsable encuentra hoy amplio espacio en la vida social del país". El líder polaco habló de un modelo de "coexistencia constructiva" entre la Iglesia y el Estado laico que podría acabar siendo, según él, "una experiencia de relevancia histórica".

Exaltación patriótica

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Ya en el aeropuerto, el primado de Polonia, cardenal Josef Glemp, en un discurso ante el Papa y el general, confesó que "hoy día se han acallado las voces que ponían en duda el trabajo evangelizador de la Iglesia entre el pueblo". Añadió que "la gente de fe sincera se puede mover en este país cada vez con más coraje en la esfera de la vida pública" y que lo que hoy hace falta es, si acaso, el coraje para actuar. Y no ocultó que, desde la última visita del Papa, "se han construido en Polonia cientos de nuevos centros religiosos".

Las palabras de Juan Pablo II estuvieron, desde el primer discurso de saludo del aeropuerto, preñadas de exaltación patriótica. Recordó que fue por "un designio inescrutable de la Providencia" por lo que llegó al pontificado "un hijo de esta tierra". Y exclamó: "¡Oh tierra polaca, tierra duramente probada, tierra bella, tierra mía, sé bendita, recibe mi saludo!".

El general Jaruzelski dijo también a Juan Pablo II: "El cristianismo forma parte inalienable de nuestra historia. Nosotros seguimos con atención la doctrina social y de trabajo de la Iglesia". Afirmó que la dramática situación económica por la que atraviesa Polonia necesita más que nunca de la ayuda de todos, si se quiere salvar "la soberanía del país". El Papa le respondió que es conciente de las dificultades, pero le recordó que "la economía, como el trabajo, es para el hombre", y no al contrario.

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