Entusiasmo entre una población dominada por el pesimismo
El Papa llegó a Varsovia, y la sola certeza de su presencia hizo cundir el entusiasmo entre una población castigada con dureza en su vida cotidiana por la escasez, el desánimo y la falta de perspectivas ante el futuro.Centenares de miles de polacos de Varsovia y de sus inmediaciones aclamaron al Papa en su recorrido desde el aeropuerto de Okecie hasta la catedral de San Juan, en el centro histórico de la ciudad, donde tuvo un encuentro con monjas de clausura en el primer acto de su largo e intenso programa en Polonia. Ancianas con retratos del Pontífice en la solapa, familias enteras, parejas de adolescentes, grupos de trabajadores y estudiantes aclamaron a Juan Pablo II cuando éste pasaba ante ellos en el papamóvil por una calzada sembrada de flores.
Incluso los enfermos de un hospital cercano a la carretera del aeropuerto bajaron en pijama a la calle con el personal médico para recibir al compatriota que muchos polacos han declarado ya santo. Canciones con textos como "Cristo, ayúdanos a defender nuestra patria" y pancartas con lemas patrióticos y religiosos acompañaron al Papa en todos sus desplazamientos por la capital polaca.
A diferencia de las anteriores visitas papales en 1979 y 1983, hoy son ya muy pocos los polacos que realmente creen que Juan Pablo II puede aportar las soluciones para una situación económica y social que se deteriora continuamente. La mayoría se limita a albergar esperanzas en que el año próximo no sea peor que éste.
Sin embargo, la devoción de los polacos por su Papa es tal que hace olvidar la precariedad y las infinitas dificultades y evoca los valores que han convertido la identidad nacional en algo inmune a la tragedia. La autoridad de este Pontífice en su patria es algo difícilmente imaginable para un europeo occidental. Ayer, varios ministros del Gobierno comunista le saludaron cayendo de rodillas.
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