El ministro francés de Defensa advierte del peligro de la eliminación de los euromisiles
André Giraud pide que las superpotencias comiencen por reducir su armamento estratégico
La desaparición de los euromisiles no permite seguir hablando de la respuesta flexible en la Alianza Atlántica frente a una hipotética agresión exterior. Europa, en tal caso, quedará a merced de la eficacia del paraguas estratégico norteamericano y de la escasa capacidad de sus fuerzas convencionales frente a las del Pacto de Varsovia. Seguir hablando de defensa europea es propiamente un sarcasmo. Tales son las reflexiones que se desprenden de los planteamientos del ministro francés de Defensa.André Giraud, de 62 años, es ingeniero de minas. Su carrera nunca ha tenido relación con la vida de los partidos políticos y del Parlamento. Pero ha ocupado puestos de responsabilidad en sectores estratégicos del Estado francés: director general adjunto del Instituto Francés del Petróleo, administrador gubernamental del Comisariado de la Energía Atómica, presidente de la Compañía General de Materias Nucleares y ministro de Industria en el Gobierno de Raymond Barre. Aunque no milita en ningún partido político, se le considera asimilado al Partido Republicano fundado por Valéry Giscard d'Estaing, que ahora lidera Frangois Léotard.
Pregunta. ¿Cuál es la posición francesa respecto a la opción cero, la supresión de los cohetes de 1.000 a 5.000 kilómetros de alcance, o -la supercero -también llamada doble cero- que suprimiría además los misiles de hasta 500 kilómetros de alcance?
Respuesta. Hay que desconfiar de los eslóganes, que nunca se sabe con exactitud lo que significan. Sé perfectamente dónde está el interés de Francia: en la disminución de las amenazas que gravitan sobre sus intereses y sobre su futuro -que se inscribe en la construcción de Europa-, en el reforzamiento de su seguridad, en la multiplicación de las posibilidades de una paz duradera en Europa y en el mundo. Si la opción cero o la doble cero permiten avanzar en una u otra de estas direcciones, entonces son conformes con el interés de Francia. Lamento, por mi parte, que las propuestas soviéticas de desarme no afecten más que a las armas nucleares situadas en Europa.
Como ha recordado con insistencia el canciller [Helmut] Kohl [de la República Federal de Alemania], la inseguridad de Europa se deriva ante todo de la existencia de una superioridad masiva de fuerzas convencionales del Pacto de Varsovia. ¿Por qué no empezar a reducirlas? Esto lleva a preguntarse si las actuales negocíaciones afectan realmente al desarme. ¿No tendrán acaso otro objetivo, por ejemplo, el futuro de Europa, sobre el cual alguien podría albergar un designio secreto? Pienso que la mejor forma de ir a un auténtico proceso de desarme nuclear sería que las dos superpotencias redujeran, de entrada, la mitad, por ejemplo, de sus enormes arsenales estratégicos nucleares, que no hay que olvidar que también pueden alcanzar a Europa. ¿Por qué no se comprometen en negociaciones serias sobre esta cuestión? Cada uno de ellos posee 12.000 cabezas nucleares. Empezar por su reducción masiva presentaría una inmensa ventaja: la de evitar toda sospecha sobre los dos negociadores, pues no comprometería a nadie más que a ellos mismos. Mostraría la vía de un auténtico desarme y el clima de las relaciones internacionales mejoraría ostensiblemente.
La fuerza nuclear francesa
P. ¿Qué justifica hoy en día que la fuerza nuclear francesa escape a un proceso de reducción?
R. Hace un momento decía que los dos grandes tienen cada uno 12.000 cabezas nucleares estratégicas. Con las armas tácticas, Estados Unidos llega a las 16.093 ojivas y la Unión Soviética a las 17.630. Francia y el Reino Unido tienen, entre los dos, 513, es decir, apenas un 1% del total. Antes que interesarse por una reducción de nuestros medios nucleares, puede ver usted que hay un margen impresionante. Y en cuanto a las negociaciones actuales entre rusos y americanos, no pueden afectar de ninguna forma y bajo ningún pretexto a las fuerzas nucleares francesas. El presidente de la República lo ha declarado de la forma más solemne varias veces.
P. ¿Será necesario sacrificar la bomba de neutrones y las armas químicas?
R. La bomba de neutrones es víctima de este nombre aterrador. Pero es un arma cuyos efectos secundarios, es decir, las destrucciones y los efectos nucleares más o menos lejanos, se restringen a los efectos militares inmediatos. Ahorra vidas de no combatientes de forma mucho mejor que otras armas. Francia ha indicado desde hace tiempo que es capaz de producir esta arma, que es, en cierto modo, una munición. En cuanto a las armas quimicas, Francia no, tiene que recibir lecciones de nadie. El papel que ha jugado en el protocolo de Ginebra, firmado el 17 de junio de 1925, único texto internacional que prohíbe el uso de esta arma, ha sido reconocido por los Estados signatarios hasta tal punto que han querido que Francia fuera la depositaria del acuerdo. La prioridad francesa, hoy como ayer, es la desaparición de las armas químicas: quienes las poseen no tienen que hacer nada más que destruirlas. De no ser así, ya lo hemos señalado, deberemos disponer de la capacidad disuasiva apropiada en esta materia.
P. ¿Cómo explica el consenso francés en materia de defensa?
R. Desde hace 30 años, la política de defensa no ha sido cuestionada en lo fundamental. Los sucesivos Gobiernos han inscrito su acción en la línea de las opciones consideradas por el general Charles De Gaulle, especialmente en la disuasión nuclear, piedra angular de nuestro sistema de defensa. Los franceses comprenden muy bien por qué y cómo son defendidos: por ellos mismos, en el marco de una Alianza donde su voz puede hacerse oír. Esta adhesión profunda responde a la madurez del país, consciente de que en ello reside su interés superior. Esto es, en el momento actual, en una Europa llena de incertidumbres y de desequilibrios posibles, una baza, una fuerza y una garantía.
P. ¿Cuál es el precio de tal unanimidad?
R. No sólo no es caro, sino que seguramente permite realizar economías. Las variaciones estratégicas, las discontinuidades tecnológicas, los retrasos en las decisiones, las rupturas presupuestarias cuestan caras y alteran el valor disuasivo de la defensa. Hoy en día los equipos representan alrededor de la mitad del presupuesto anual de un ejército moderno, y para desarrollar un nuevo sistema de armas se necesitan 10 años. Esto significa que las opciones de defensa deben ser lúcidas y no estar sometidas a las variaciones de la pequeña política ni convertirse en motivo de enfrentamientos partisanos.x
La defensa del Viejo Continente
Gran defensor de la presencia militar francesa en el Tercer Mundo, André Giraud se muestra más cauto al abordar la relación de las fuerzas armadas de su país con las de otros estados Europeos.Pregunta. ¿Cuál es el lugar de la force de frappe [armamento nuclear] francesa en el seno de la defensa europea?
Respuesta. No se puede responder a esta pregunta más que en el marco de un razonamiento sobre la estructura de conjunto de una defensa europea. Hasta ahora, ésta se ejerce en el marco de un mando integrado en el que Francia no está. Las fuerzas nucleares francesas refuerzan, mientras tanto, tal como subrayan con frecuencia nuestros aliados, el carácter disuasivo de la defensa de la Alianza. Pienso que la importancia de esta contribución debería crecer en el futuro.
P. ¿Es posible un paraguas nuclear europeo?
R. La defensa de Europa está asegurada hoy por una disuasión que resulta de una buena vinculación entre las armas convencionales y los distintos niveles de armas nucleares, así como de la vinculación entre Europa y Estados Unidos. Hay que seguir razonando en el marco de un sistema de este tipo.
P. ¿Cómo debe producirse la cooperación europea? ¿Basta con reactivar la Unión Europea Occidental (UEO)?
R. La UEO es actualmente la única institución donde se pueden tratar las cuestiones relativas a la seguridad europea. Esta institución existe y es perfectamente adecuada para hacer avanzar la cooperación europea en materia de seguridad. En base a las propuestas de Jacques Chirac del 2 de diciembre de 1986, en la última reunión de ministros en Luxemburgo, nos esforzamos en extraer los principios esenciales según los que podría construirse el pilar europeo de la Alianza.
Francia en el mundo
P. ¿Cuál es el papel de la presencia francesa en el mundo?
R. Los lugares donde estamos presentes son limitados: ciertos países africanos con los que tenemos acuerdos, Líbano -pero a cuenta de las Naciones Unidas-, la región de Ormuz y el océano Indico, el Caribe y la parte francesa del Pacífico Sur. Pero nosotros concedemos una gran importancia a esta presencia. Traduce la dimensión militar de toda una política de cooperación y de amistad que nuestro país mantiene en África y en el mundo. Francia no sería ella misma si olvidara a los que en las antípodas quieren vivir bajo la bandera azul, blanca y roja.
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