'El visitante'
Estoy casi completamente seguta de que el visitante de anoche existió. La conversación que tuvimos permanece nítida en mi memoria y no sufre las mutilaciones normales del sueño. Además, recuerdo su mirada penetrante y sus manos inquietas. Y sobre todo, me acuerdo de su olor. Un olor rancio, fuerte, definible y casi a punto de ser insoportable. Una no se puede inventar estas cosas. Ahora bien: ¿cómo llegó?, ¿cómo entró en mi vida?, ¿cómo logró despertarme sin que me sobresaltara?, ¿cómo conocía tan bien mis inquietudes?Su manejo de las matemáticas me hizo pensar, por primera vez, en la posibilidad de una aparición. No había ser humano en este mundo capaz de hacer esos cálculos extravagantes sin ni siquiera la ayuda de una pequeña calculadora. Descubrir su identidad me costó buena parte de la mañana y arruinó mi desayuno.
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