La inteligencia de un intérprete
Después del concierto 3.000 de la ONE, el Ayuntamiento de Madrid presentó en el Teatro Real a la Orquesta Sinfónica de Euskadi con el pianista bilbaíno Joaquín Achúcarro y bajo la dirección del maestro alemán Matthias Kunstzsch (Karlsruhe, 1935). Se dedicó una pequeña atención al donostiarra José María Usandizaga, en el centenario de su nacimiento, con dos fragmentos de su ópera más célebre, Las golondrinas (preludio y pantomima), que Kunstzsch demostró entender a medias a pesar de su aparente sencillez.Joaquín Achúcarro estuvo a la altura de su prestigio y de su fama en el Concierto en sol para piano y orquesta, del vasco-francés Mauricio Ravel. Nada escapa a la inteligencia de este intérprete, ni en las calidades sonoras ni en el plan arquitectural, dinámico y expresivo ni en la vivacidad rítmica de la obra raveliana, a la que el pianista añade buena dosis de imaginación personal.
Achúcarro y la Orquesta de Euskadi
Ciclo del Ayuntamiento de Madrid.Orquesta Sinfónica de Euskadi. Director Matthias Kunstzsch. Solista: Joaquín Achúcarro (piano). Obras de Usandizaga, Ravel y Beethoven. Teatro Real. Madrid, 13 de mayo
No es muy grande la del director alemán, cuya tosquedad de concepto quedó patente en la colaboración con Achúcarro y, todavía más, en una lectura de la Sinfonía pastoral, de Beethoven, que tenía más de administración que de interpretación.
Lo que era para Ravel, precisamente, el milagro beethoveniano, es también la más difícil de sus sinfonías. Una exposición como la de la Escena junto al arroyo, lograda por la suma premiosa de compás tras compás, produce resultados fatigantes.
Ha sido ésta la más deslucida actuación escuchada a la orquesta Sinfónica de Euskadi, agrupacion en marcha ascendente hasta la fecha, dotada de un rico y flexible poder expresivo que anteanoche parecía sometido por el director a un tratamiento ortopédico.
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