13 de los 63 detenidos cuentan en el documento su versión de los incidentes del Jueves Santo
El vídeo se inicia con la declaración del celador Javier Fernández, perteneciente al ambulatorio de Reinosa. Aquella tarde se dirigía a su trabajo atendiendo el ruego de los médicos de guardia, que deseaban reforzar el servicio de urgencia; en el camino fue neutralizado por la Guardia Civil y llevado, en calidad de detenido, al cuartel. Fernández afirma que fue golpeado y trasladado a medianoche al acuartelamiento de Torrelavega, donde, de cara a la pared, permaneció en el patio hasta su comparecencia ante el juez de instrucción para prestar declaración y quedar inmediatamente en libertad.El taxista Celestino Arnaiz relata cómo había intentado ponerse a cubierto de las pelotas de goma, pero fue perseguido, en la plaza de Díaz Vicario, por un guardia civil, que al darle alcance, con el cañón de su arma le abrió una brecha en la cabeza que exigió la aplicación de una docena de puntos de sutura.
Trece de los 63 detenidos en la tarde del 14 de marzo en el casco urbano y alrededores de Reinosa refieren las peripecias personales en el documental. La declaración es coincidente desde el momento en que son aprehendidos hasta su traslado al vehículo más próximo que ha de transportarles hasta el cuartel, en algunos casos sujetos por los pelos o sufriendo patadas o golpes con porras de goma. Uno de ellos recuerda que mientras era conducido por los guardias, otros, casi a quemarropa, disparaban sus pelotas de goma.
Paloma Queimadelos, que se encontraba en una cafetería, vio, sin moverse del sitio, cómo algunos ancianos se arrojaban al suelo al paso de las tanquetas, y explicó que algunos agentes intentaron penetrar en el establecimiento.
La Asamblea Ciudadana ha llevado su cámara hasta el párroco de la iglesia de San Sebastián, Eduardo Guardiola, quien relata las dificultades que tuvo para alcanzar el templo donde iban a celebrarse los oficios religiosos. Guardiola vio que en los alrededores de la iglesia se sucedían los enfrentamientos. Huyendo de los botes de humo y de las pelotas, un numeroso grupo de ciudadanos se refugió en el interior. Guardiola intentó moderar a los guardias y les hizo ver que no debían pasar al interior. Al final, la puerta fue cerrada por dentro.
Una agonía de 18 días
El más dramático de los sucesos, el que ha costado la vida al trabajador de Forjas y Aceros Gonzalo Ruiz, tras una lenta agonía de 18 días internado en el hospital de Valdecilla, es contado por uno de los testigos, Ramón Puente, de 27 años, soltero, quien se encerró en el garaje del edificio Honnifer, en Matamorosa, donde el obrero muerto vivía con su mujer y su hija de cinco años. Puente intentó evacuar al herido (Ruiz sufría rotura de huesos de la nariz por el impacto de una pelota de goma), pero la presencia de los guardias armados les hizo otra vez encerrarse. Puente fue el último en abandonar el lugar, arrastrándose por el suelo entre nubes de humo negro que impedían ver y estuvieron a punto de asfixiarle.
Un amigo de Ruiz, Tomás Ibáñez, aporta datos significativos del carácter venenoso de los gases introducidos en el garaje al recordar cómo los conejos de su propiedad, que cría enjaulados fueron muriendo poco a poco al no poder tolerar los humos tóxicos que habían inhalado. Julia Ahumada, auxiliar de la Cruz Roja, asegura, por su parte, que algunas pelotas de goma se estrellaron contra las ambulancias cuando éstas subían y bajaban por la ciudad a la búsqueda de heridos.
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