En Islandia ellas comienzan a 'cortar el bacalao'
La Agrupación de Mujeres adquiere un peso político decisivo en el país del hielo
Las mujeres islandesas, con una larga tradición de lucha por sus derechos postergados, han decidido ponerse los pantalones políticamente hablando e irrumpen en la escena. No para excluir a los hombres, algo que nunca ha sido una meta para ellas, ni para paladear el gusto del poder, sino para poner el sentido común y la ternura al servicio de una sociedad más justa y más humana. En las últimas elecciones generales, la Agrupación de Mujeres ha duplicado, de tres a seis, su número de escaños parlamentarios. Ésta es la última de las muchas peculiaridades del país del hielo.
Un pequeño país de marcados contrastes, situado en los confines del Atlántico y el Ártico, Islandia pudo estar predestinado a ser apenas un nombre en los mapas. No ha sido así, sin embargo, y ello no puede explicarse solamente por la importancia estratégica de su territorio ni por la denominada guerra del bacalao.Hay que buscar en los rasgos del carácter nacional las razones de sus peculiaridades, que pueden tener las más diversas expresiones y que no pueden atribuirse a un mero deseo de originalidad.
De pronto es un ministro que declara categóricamente que renunciará a su cargo y emigrará del país si no se deroga la ley que prohíbe tener perros en Reikiavik, por la que debería desprenderse de su perrita Lucy. Otra vez es la decisión del pueblo de elegir como presidenta del pais a una atractiva y culta dama -madre soltera además-, un acontecimiento único en el mundo que reclamaba la atención de la Prensa internacional.
Ahora se trata de la cada vez mayor presión en la vida política del país de la Agrupación de Mujeres de Islandia, que han duplicado en las últimas elecciones generales el número de escaños que tenían en el Parlamento (Altingen), de tres a seis.
La primera irrupción fue a principios de esta década como un movimiento femenino, "el movimiento de las medias rojas", que trató inútilmente de influir con sus puntos de vista sobre los políticos que conducen el país. Ante la inutilidad del intento, decidieron entonces crear su propia agrupación y presentarse a las elecciones con una lista exclusivamente femenina.
Procedentes de diferentes profesiones -no hay marcadas diferencias de clases en la sociedad islandesa-, casi todas tienen en común su condición de madres (Islandia es un país con una elevada proporción de madres solteras). Esto sucede en 1983 y la lista femenina obtiene el 5,5% de los votos, y con ello el derecho a tres escaños en el Parlamento (Altingen).
Igualdad de sueldos
Desde el comienzo de siglo, las mujeres islandesas habían intentado participar en la conducción política del país, pero sólo habían logrado algunos puestos comunales en la capitaL En 1922, una mujer, integrando una lista burguesa, ocupó por primera vez un lugar en el Parlamento. En el curso de medio siglo no más de 12 alcanzaron tal distinción. Y después del éxito de 1983, y a pesar de él, había sólo nueve mujeres entre 60 diputados, ahora elevado su número a 63.En 1985 las mujeres paralizaron el país con una huelga, reclamando igualdad de sueldos con los hombres para el mismo trabajo. Otra huelga similar había logrado en 1975 una ley prohibiendo la discriminación del sueldo en razón del sexo. Pero la ley era una y la realidad otra. Hasta la presidente, Vigdis Finnbogadottir, se sumó a la protesta. Las mujeres ganaron la calle y los hombres se vieron obligados a faltar a sus trabajos para ocuparse de la casa y los niños.
Duplicar escaños
En las pasadas elecciones de abril, la Agrupación de Mujeres duplicó el porcentaje de y también el número de sus diputadas. Ningún partido obtuvo un éxito semejante. No sólo las mujeres parecen haberse cansado en Islandia del predominio de los grandes partidos y de la corrupción de muchos políticos-empresarios.Las mujeres están decididas a mostrar que quienes han disfrutado durante un cuarto de siglo de la confianza de los electores no son insustituibles y que ellas "también pueden". Muchos indicios señalan que entre los 26.000 jóvenes que votaron por primera vez, en un total de 170.000 votantes, un gran porcentaje lo hizo por ellas.
Pero junto a la alegría del triunfo ha llegado también la hora de las responsabilidades. Es bastante probable que la Agrupación de Mujeres sea llamada a integrar el nuevo Gobierno que está en vías de formarse.
El proyecto político de las mujeres, que no han constituido todavía un partido en el estricto sentido de la palabra, tiene mucho de espontaneidad y una gran dosis de sentido común, extraída más de la experiencia de la vida que de lucubraciones teóricas. A igual trabajo, igual remuneración; contra la corrupción; por la preservación del medio ambiente, amenazado por una política que, dependiente en un 70% de la pesca, abre el camino a una industrialización indiscriminada y ecológicamente degradante.
No menos importante, pero más difícil de compaginar con la posición de los eventuales copartícipes del futuro Gobierno, socialdemócratas y conservadores, es la posición decididamente pacifista -contraria a la integración del país en la Alianza Atlántica, partidaria de una zona nórdica desnuclearizada- que postula la agrupación.
Las dos amenazas más graves de la humanidad, si se excluye al SIDA -la guerra y el deterioro de la naturaleza-, son el eje de la ideología de la agrupación.
Cuentan que los vikingos, en sus incursiones por la región escandinava, acostumbraban raptar a las mujeres más hermosas y trasladarlas a la "tierra del hielo", como denominaban al territorio de Islandia. La historia parece haber probado que llevaron a muchas inteligentes y sensatas. Van a ser muy necesarias para afrontar las responsabilidades y riesgos que les aguardan.
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