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Ahora ya no les queremos

Al término del partido contra el Bayern, el presidente del Madrid, Ramón Mendoza, y el director general de la Policía, Rodríguez Colorado, se fueron a cenar juntos para acordar una estrategia destinada a terminar con los desmanes del grupo ultrasur. Mendoza declaró esa noche que los ultrasur son unos energúmenos (sic) y que hay que acabar con ellos. Que sea enhorabuena. Lástima que se haya dejado pasar tanto tiempo.Hasta el día del Bayern los ultrasur se habían distinguido por dar palizas en la calle -y en ocasiones por acuchillar- a ciudadanos en los que reconocían el aspecto de hinchas del equipo contrario; por ir a gamberrear en grupo a otras ciudades aprovechando salidas del Madrid en la Liga; por utilizar el anagrama de las SS nazis en sus pancartas y bufandas con la leyenda "Ultras sur"; por sabotear groseramente el padrenuestro con que en el estadio Bernabéu se honró la memoria de Vicente Calderón en los prolegómenos del último Madrid-Atlético, jugado a los dos días de su fallecimiento.

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Pero nada de esto había merecido hasta ahora críticas formales del Madrid ni de su presidente. Los ultrasur eran, al fin y al cabo, una buena claque, cuyos aplausos podían arrastrar al resto del público. Recibieron apoyo de la Comunidad de Madrid para hacerse con una gigantesca bandera madridista, decorada con las siete estrellas. La directiva del Madrid desestimó hace un año la razonable propuesta de uno de sus miembros de instalar un sistema de vídeo para identificar a los más violentos. Jugadores del equipo facilitaron entradas a un reducido grupo de ultrasur -formado por los más radicales- que se desplazó al último partido del Madrid en el Camp Nou. Cuando se le preguntaba al respecto, Mendoza solía decir: "Dentro del Bernabéu no provocan problemas. Y lo que hagan en la calle no es culpa del Madrid".

Los responsables del orden público tampoco se habían inquietado mucho. Voces de alarma contra los ultrasur surgieron incluso de los sindicatos de policía, que se quejaron de que el control de sus actos dentro del Bernabéu quedara confiado a una compañía privada de seguridad, que se esmeraba en evitar los lanzamientos de objetos al campo y cuya intervención podía, en opinión de aquéllos, provocar peligrosos movimientos de masas en el estadio.

Ahora los ultrasur van a ser perseguidos. Son convictos de un delito: haber provocado el cierre del Bernabéu por lanzar unos cuantos objetos al terreno de juego la noche del Madrid-Bayern. A lo que se ve, todo lo anterior podía verse con indulgencia. Esto último, no.

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