_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La respuesta del fuego

Euskadi ha vivido durante unos días el aniversario del fuego. Primero fue el recuerdo de la destrucción de Durango, menos exaltado pese a las numerosas víctimas que produjo y a que fue una ciudad recorrida por aquel Redoble a los escombros de Durango que iniciaba César Vallejo con la visión atónita de cuantos se aproximaban desde cualquier lugar del mundo a la iniciada guerra civil española: "Padre polvo que vienes de España, Dios te salve, libere y corone, padre polvo que vienes del alma". Después ha vuelto a sobrecoger el alma universal la evocación de un Gernika que ha terminado en el símbolo-encierro de la urna que guarda la obra de Picasso como las cenizas funerales de un recuerdo. Y en ambas conmemoraciones hemos estado sumergidos. Unos, desde la distancia de una evocación que se quiere generadora de paz y de concordia, y algunos otros desde la proximidad caliente que quiere que la destrucción de Gernika siga siendo el motor permanente de la destrucción de los adversarios, de las armas como respuesta, del recuerdo armado y de la santificación de la guerra como razón.Durante unos días el fuego ha sido, primero simbólicamente, el compañero de todos los vascos que recorríamos los recuerdos de los veteranos recomponiendo la doble destrucción con la esperanza de que ambas sean el punto final, el nunca otra vez; mientras algunos se confirmaban en su especulativa de mantener ese recuerdo como símbolo de la guerra interminable que nos asola. Y finalmente, como acto de clausura de la conmemoración del fuego, unos encapuchados lanzaban botellas de gasolina encendida contra la Casa del Pueblo de Portugalete provocando un incendio en el que ardieron varios militantes socialistas, con heridos de gravedad y una muerte ya entre, los afectados. Era el fuego otra vez, el conjuro del fuego por el fuego, la airada respuesta de un fuego vivo al fuego de Gernika apagado ahora hace 50 años Precisamente. El símbolo redentor no podía estar más ajustado a la imaginería cultivada por el radicalismo abertzale de la continuidad de la lucha y la identidad de los enemigos,

Más información
Herri Batasuna considera el atentado, de Portugalete 'un paso más en la guerra sucia'

Porque la respuesta obedece a una situación creada por la izquierda abertzale. Existen en este momento, y en este caso, diversas responsabilidades por dilucidar. La penal corresponde a los jueces decidirla después de que se demuestre la autoría de los sospechosos. Pero existe una responsabilidad moral y política de la que no es fácil evadirse aunque se niegue toda relación con el atentado e incluso aunque no haya realmente una relación directa. Existe un clima de hostilidad creado y mantenido por el radicalismo abertzale que es difícil controlar una vez puesto en marcha. Se enseña a militantes y simpatizantes, en ocasiones muy jóvenes, casi siempre sin formación política, con la doble exaltación de la edad y el apasionamiento por las grandes causas revolucionarias y liberadoras, que el socialismo es el enemigo. Se lee en numerosas paredes que el PSOE tortura, que el PSOE mata, que el PSOE reprime. Luego las sedes son los focos de ocupación contra el que los fervores más o menos controlados deben ser dirigidos.

Precedentes

Ha habido numerosos asaltos a sedes socialistas que Herri Batasuna, no ha condenado. Ha habido numerosos letreros poniendo en el punto de mira a los militantes socialistas que ni Herri Batasuna ni sus grupúsculos acólitos han condenado. Hay un cartel estremecedor y premonitorio alusivo a la conmemoración del cincuentenario de la destrucción de Gernika en el que un mensaje nada subliminal incita a la continuidad de la guerra. En la parte superior, Franco estrecha la mano a Hitler; en la parte inferior, Felipe González estrecha la mano a Mitterrand. Nada separa una acción de otra y se produce la identidad de enemigos, de objetivos, de repulsas y, fácilmente, de respuestas. Ésa es una permanente incitación a la acción, sea ordenada o no por los mandos naturales del radicalismo abertzale. Es una permanente fijación de objetivos. El asalto a la sede de Portugalete puede no obedecer a una consigna concreta de destrucción de los bienes socialistas e incluso es creíble que sus actores sean "incontrolados", aunque surgidos de su propio seno como fuerzas desatadas que ya no se pueden controlar, pero obedecen lineal y ,puntualmente a las consignas radicales sobre el papel y la función de los socialistas vascos. Herri Batasuna ha considerado repetidamente al partido socialista como continuador de la política franquista, recordando aquellos tribunales militares del franquismo que hasta los años sesenta consideraban reo de rebelión militar armada por equiparación a cualquier militante político cuyo ideario se pareciera a alguno de los existentes en el bando republicano. Y eso en virtud del delito continuado. Los militarismos imitan a los militarismos hasta la caricatura, y los delitos continuados de sucesión de la represión franquista los siguen valorando los tribunales radicales con el mismo espíritu e idéntico entusiasmo.

En ese cuadro político, la autoría personal es lo menos 'relevante salvo para la acción penal y el restablecimiento inmediato de la justicia. La condena de Herri Batasuna tiene muchas interpretaciones, y una de ellas es que muy posiblemente su jerarquía no supiera nada de la acción. Pero que el atentado no obedezca a una orden expresa es apenas significativo. Porque HB está intentado presentar un nuevo rostro y unos nuevos modales, pasada la época bronca y algo agreste, y este asunto no le favorece. Pero si cada persona tiene a partir de cierta edad la cara que ella misma se ha hecho, en las organizaciones políticas eso es aún más cierto. Si Felipe González es el sucesor de Franco, la guerra continúa y cada grupo de simpatizantes del radicalismo abertzale puede pensar en asestar sus propios golpes al enemigo histórico, porque además, y como proclama más de una pintada, los militantes del PSOE son a su vez policías. Y si se es capaz de asumir que ardan policías, si esas acciones no se condenan nunca, ¿por qué condenar que unos muchachos hayan prendido fuego a unos militantes socialistas?

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Salíamos de los fuegos simbólicos de Durango y Gernika cuando nos vimos cogidos por el fuego real de Portugalete. La purificación por las llamas había vuelto a obrar en nuestro pueblo. "Padre polvo compuesto de hierro, Dios te salve y te de forma de hombre, padre polvo que marchas ardiéndo", habrá musitado de nuevo César Vallejo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_