Las autoridades norteamericanas endurecen sus normas sobre contenidos obscenos en medios de comunicación
La programación de dos emisoras de radio californianas y una de Filadelfia, sumada a las 20.000 cartas de protesta anuales que la Comisión de Comunicaciones (FCC) norteamericana recíbe por la emisión de programas presuntamente indecentes en radio y televisión, ha llevado a la FCC a revisar el campo de lo que atenta contra "las normas sociales contemporáneas en la programación de radio y televisión". La industria del disco, la radio, la televisión y hasta el teatro ven en la vaga definición de lo que es obsceno una amenaza contra la libertad de expresión.
El listón de lo que estaba prohibido transmitir las ondas norteamericanas no iba más allá de las siete palabras sucias, en expresión acuñada por el humor¡sta radiofónico George Carling, autor de un controvertido monólogo con ese título. El caso acabó ante el Tribunal Supremo la pasada década y sirvió para establecer los límites del lenguaje indecente en Estados Unidos: a grandes rasgos, palabras referidas a zonas erógenas y genitales y a sus funciones. Además, los programas con contenido subido de tono debían transmitirse después de las diez de la noche.Pero la emisión de una canción que habla de sexo oral y anal, de una obra de teatro con explícitas descripciones de encuentros homosexuales y de un programa caracterizado por sus chistes sexuales han movido al organismo que regula las emisiones de radio y televisión en Estados Unidos "a corregir una ya demasiado estrecha interpretación de lo que es indecente", en palabras de su presidente, Dennis Patrick.
Multas y cierres
La comisión considera que "las emisiones no consistían en ocasionales referencias subidas de tono o irreverentes, sino que recogían cuestiones sexuales y excretorias de un modo patentemente ofensivo conforme a las normas sociales en la programación de radio y televisión". La violación de estas normas puede acarrear desde multas hasta el cierre de la emisora. En el caso de la estación de Los Ángeles que programó el pasado verano, con lujo de detalles, una obra sobre homosexualidad y SIDA, la FCC ha elevado el expediente al Departamento de Justicia por si hubiera lugar a procesamiento de acuerdo con las leyes contra la obscenidad.El director ejecutivo del grupo al que pertenece esta emisora, David Salnilker, cree que la Comisión Federal ha querido "hacer un gesto satisfactorio para la derecha religiosa de este país". Un abogado de la emisora de Filadelfia -que desde que empezó a transmitir el programa, a base de fuertes dosis de escatología, ha pasado del puesto 16 al 3 en la escala de audiencia local- dice que la programación se mantendrá por el estilo. El credo del presentador de este programa, Howard Stern, uno de los paderres de la llamada radio indecente, es sencillo: "Lo que molesta a la gente es realmente divertido".Stern cree que el toque de atención de la FCC no hará otra cesa que, beneficiar a su programa, que también se emite en Nueva York. "¿Por qué la gente no apaga la radio si encuentra el programa ofensivo?", se pregunta Stern.
La canción de rock emitida por la emisora de la universidad de California en Santa Bárbara era similar a otras emitidas con anterioridad, según su director, quien dice que la FCC ha aprovechado la ocasión para ampliar "la definición y el alcance de lo que la comisión considera que es decente".
Los vagos términos de la nueva normativa han provoca do en el sector. La que la libertad de expresión no tiene nada que ver con la chabacanería, pero los pasos que la comisión dice que va a emprender para acabar con la programación obscena en radio y televisión suscitan viejos fantasmas.
El caso de las, obras de Henry Miller, prohibidas durante en EE UU por su presunta obscenidad, viene a la memoria, y se piensa si a la vieja censura de la imprenta seguirá la nueva censura de las ondas, las imágenes y los sonidos.
Las primeras reacciones de quienes dependen de la FCC son de ira teñida de estupefacción ante lo que consideran una medida característica de un organisnio buracrático.
"Es ridículo", protesta el director de una emisora de San Francisco. "Tratan de regular cosas que se regularán por sí mismas. La radio de choque se guirá su curso y todo el mundo acabará olvidándola. Las cosas son así, La FCC se ha pasado". El presentador de un programa maúnal de radio en la misma ciadad cree que "la FCC subes tima al público". "El mejor ba rómetro del gusto es el inte rruptor", añade. "Si a la gente no le gusta algo va a apagar el aparato".
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