_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Trama

Manuel Vicent

El cielo y el infierno están aquí. Por ejemplo, el cielo consiste en contemplar cómo resbala el aceite virgen de oliva sobre el pimiento asado; en oler a hierba mojada después de una tormenta de mayo; en recordar aquella tarde de la adolescencia cuando por primera vez la mano temblorosa de una doncella se posó en tu sexo; en percibir el instante mágico en que la bola de la ruleta cae en el número que habías elegido para la última ficha de tu fortuna; en escuchar la mansa lluvia en el tejado mientras a la amorosa luz de la mesilla de noche lees a Hörderlin; en diluirse entre azules al pairo en un velero durante un día radiante del Sur, y con el mar en calma, desnudo en cubierta, no pensar en nada sino en el propio sol; en extasiarse ante la teta inmaculada de Simonetta Vespucci que pintó Antonello de Mesina bajo los suaves efectos del cáñamo; en comerse una sandía de agosto a la sombra de una parra del Mediterráneo en compañía de amigos inteligentes, amables y divertidos.Por el contrario, el infierno es el aliento fétido de ese desconocido que te sulfata el rostro con una conversación aburrida en un cóctel; pisar jeringuillas por los callejones de un barrio maldito en busca de aquel muchacho que quería ser libre y nunca será Rimbaud; la soledad de una habitación que da a un patio ínterior y desde allí saber que ella, a la que tanto amaste, ya no vendrá; sentir la incapacidad de refugiarse en un momento feliz de la infancia y que el perfume de pan caliente no te lleve al regazo de tu madre; el dolor siempre inútil de los inocentes cuyo sentido se ofrece a un Dios lejano; descubrir a una ramera embarazada que se vende a la baja en una esquina a la hora más alta de la madrugada y que un mendigo de amor se acerque a ella y le pida limosna; no encontrar respuesta nunca a las lágrimas; zamparse una cazuela de pájaros fritos antes de ir a una corrida de toros; el tedio de una pareja frente al televisor un atardecer de domingo. El cielo y el infierno están aquí. Forman una pequeña trama, casi infinita, que diariamente nos exalta y nos mata.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_