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Sólo los comunistas rechazan el proyecto de Jacques Chirac para el rearme francés

Lluís Bassets

Sólo los 35 diputados comunistas votaron contra la ley de Programa Militar para los años 1987-1991, presentada por el Gobierno conservador de Jacques Chirac a la Asamblea Nacional francesa y aprobada en la madrugada del viernes. La insólita unanimidad que ha logrado esta ley -que prevé, entre otras cosas, la producción y almacenamiento de armas químicas- no supone, sin embargo, el fin de las diferencias entre el presidente François Mitterrand y Chirac sobre los misiles estratégicos.

Una sola abstención, la de la ex ministra socialista de Medio Ambiente, Hugette Bouchardeau, y la oposición comunista rompieron la ley de la unanimidad, insólita en este tipo de proyectos bajo la V República, que juntó los votos del ultraderechista Frente Nacional con los del Partido Socialista, además del resto de fuerzas, con 536 diputados a favor en total.La ley de Programa Militar compromete un total de 435.000 millones de francos (unos 8,7 billones de pesetas) constantes (con valor de 1986), que experimentarán una progresión del 11 % en 1987 y del 6% en los años siguientes.

La ley se dota de un conjunto de cautelas destinadas a evitar que la coyuntura económica limite el esfuerzo presupuestario en años sucesivos. La ley no contempla los gastos de funcionamiento, se expresa en francos constantes (que se no deterioran por la inflación), y distribuye los paquetes financieros por anualidades, y no por programas, que se pueden revisar de año en año en función de las nuevas necesidades.

La ley prevé la renovación del arsenal militar francés tanto en armamento táctico como estratégico: nuevos misiles estratégicos, una nueva generación de submarinos nucleares, satélites de observación Helios, mirage 2000-N, misiles terrestres Hades, aviones de patrulla marítima, el portaaviones Richelieu, carros de combate AMX-30-B2 y Leclerc, cañones, lanzamisiles, vehículos tácticos, aviones Rafale, aviones AWACS, aviones de transporte ligero y mirage 2000-DA de defensa aérea.

A pesar del consenso suscitado -que sólo se explica por las peculiares circunstancias políticas de la cohabitación entre un presidente socialista y un primer ministro conservador-, las diferencias entre Mitterrand y el Gobierno no han desaparecido, principalmente en lo que afecta a los futuros misiles estratégicos, que constituyen el núcleo del arsenal nuclear francés. Mitterrand ha conseguido imponer su punto de vista que prevé el mantenimiento de las instalaciones fijas en los silos de la llanura de Albión (Alta Provenza), a pesar de Chirac, que quisiera colocar los mísiles en instalaciones móviles.

Chirac ha asegurado: "La puesta a punto de una política de defensa, conforme con nuestro pasado, con nuestro honor, y con nuestra voluntad de mantenernos como potencia respetada, no puede hacer si no reforzar la unidad de todos los franceses alrededor de esta obligación imperiosa".

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[El portavoz del Ministerio de Defensa francés comentó ayer, tras escuchar el anuncio de que la URSS se dispone a destruir sus armas químicas hecho por el líder soviético, Mijail Gorbachov, en Praga: "Se trataría de un paso positivo y acorde con los deseos expresados el jueves en la Asamblea Nacional por el primer ministro de Francia". "Es una idea muy buena, que será todavía mejor cuando sea ejecutada".]

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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