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Fernández Ordóñez inicia una visita a Argelia marcada por la polémica presencia de 'etarras'

El ministro de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez, inicia hoy en Argel una difícil visita oficial de 48 horas de duración de "contenido eminentemente político", y que estará marcada por la presencia en Argelia de al menos, 11 miembros de ETA Militar y por la situación creada en las relaciones bilaterales tras la muerte en accidente en el país magrebí del dirigente etarra Txomin Iturbe.

Fuentes gubernamentales españolas sitúan la visita en un intento por parte de Madrid de clarificar la atmósfera entre ambos países y obtener un diálogo claro y preciso por vía diplomática que elimine la ambigüedad y los malentendidos y permita el relanzamiento de las relaciones bilaterales".Fernández Ordóñez, mantendrá conversaciones durante su visita, además de con su homólogo Taleb Ibrahimi, con el presidente de la República, Ghadli Benyedid, y con el primer ministro, Abdelhamid Brahimi.

La visita a Argel de Fernández Ordoñez, a quien acompañan el secretario general de Política Exterior, Máximo Cajal, y los directores generales de África y Relaciones Económicas Internacionales, Jorge Dezcallar y Carlos Blasco, respectivamente, es una de las más difíciles hasta ahora programadas por la diplomacia española y se produce 20 meses después de haber accedido su titular al cargo, cuando su intención, en aquel momento, era efectuarla inmediatamente. Fernández Ordóñez visitó Marruecos en agosto de 1986, ha estado, posteriormente, dos veces en Túnez y acaba de regresar de Mauritania, todo ello dentro de la ofensiva diplomática en relación al Magreb, región preferencial de la política exterior española.

Vacío diplomático

Fernández Ordoñez, a los dos meses escasos de ocupar la jefatura del ministerio, vio que los argelinos le comenzaban a hacer un vacío diplomático y que llegó en varias ocasiones al puenteo, con comunicaciones directas entre el Frente de Liberación Nacional (FLN, partido único), y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE).El punto de partida de este distanciamiento diplomático fue accidental: las represalias por parte de Exteriores contra el Frente Polisario a raiz del ataque al pesquero Junquito y a la patrullera Tagomago (que provocó dos muertos) en septiembre de 1985 y unas calificaciones públicas comparando las acciones de guerra de la resistencia saharaui con el terrorismo.

Argelia, que empezaba a apostar por lo que, desde que llegó el PSOE al poder, se viene denominando "el inicio de una nueva etapa entre Madrid y Argel", comenzó entonces una ofensiva contra algunos sectores del Gobierno español, especialmente el diplomático.

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Los argelinos han evitado en los últimos meses sus contactos con Exteriores, negociando directamente temas candentes -como el de ETA- con otros departamentos, como Interior, o con el propio vicepresidente Alfonso Guerra, a quien prácticamente se forzó a viajar a este país el pasado diciembre en base a un compromiso anterior entre ambos países que imponían visitas de alto nivel cada año por parte de ambos gobiernos.

Alfonso Guerra, que al término de la citada visita dio a entender que acababa de solucionar el problema etarra (luego se comprobó lo contrario), ya había tenido que viajar a Argel en 1984 para solucionar otro contencioso, el del gas natural, que tuvo paralizadas las relaciones económicas entre los dos países durante dos años. Esta situación provocó la práctica desaparición de las empresas españolas en el país magrebí y dio lugar a que otros Estados mediterráneos, como el caso de Italia, suplantaran los negocios de las compañías hispanas.

Esta situación de fáciles contactos argelinos con el PSOE irritó a los máximos dirigentes socialistas y del Gobierno con ocasión del incidente diplomático a que dio lugar la muerte en accidente de Txomin Iturbe y el descubrimiento de varios integrantes del comando Madrid que estaban en Argelia como invitados oficiales del FLN sin el conocimiento del Gobierno español, tal como había sido pactado previamente con el secretario de Estado para la Seguridad, Rafael Vera.

El incidente provocó que la crisis afectara al diálogo privilegiado entre los dos partidos, y el propio vicepresidente Alfonso Guerra cortó las fáciles comunicaciones de los argelinos, remitiendo todos los contactos y gestiones vía Asuntos Exteriores.

La presencia de Txomin en Argelia fue utilizada por los servicios de inteligencia de este país para minar las relaciones entre España y Marruecos, en un intento de hacer fracasar un contrato de armamento de unos 26.000 millones de pesetas con destino a Rabat.

Medios diplomáticos españoles reconocieron entonces que Argelia había utilizado la presencia de los etarras para interferirse en las relaciones hispano-marroquíes, y una autorizada fuente oficial llegó a calificar de "chantaje permanente" las interferencias argelinas en los últimos 15 años de relaciones entre los dos países.

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