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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Alerta en el Egeo

LOS ÚLTIMOS acontecimientos ocurridos en el Egeo permiten pensar que las presiones internacionales ejercidas sobre Turquía y Grecia han dado resultados positivos, y que las amenazas de confrontación en esa zona se alejan por el momento. La sensación de que podía producirse un choque armado partía del anuncio según el cual el buque oceanográfico turco Sismik I iba a entrar en un área considerada por Grecia como perteneciente a sus aguas territoriales. Ello había dado lugar a palabras tajantes del primer ministro Papandreu en el sentido de que Grecia lo impediría, y no sólo con palabras. Después de la afirmación hecha en Londres por el primer ministro turco, Turgut Ozal, de que el Sismik I no saldrá de las aguas territoriales turcas, la tensión ha decaído.Esta evolución no disminuye la gravedad del conflicto latente a causa del desacuerdo sobre la frontera marítima entre Grecia y Turquía. La casi totalidad de las islas en dicho mar pertenecen a Grecia. Pero Turquía realiza con cierta periodicidad acciones para afirmar su soberanía en zonas del Egeo que Grecia considera suyas. Sin embargo, por serio que sea este conflicto fronterizo, no basta para explicar que precisamente en estos momentos haya surgido la amenaza de un choque armado.

La rivalidad entre Turquía y Grecia ha sido utilizada en diversas ocasiones por EE UU para ejercer presión sobre Grecia. Contrariamente a Turquía, dominada por los militares y con un régimen político de democracia controlada, en Grecia existen tendencias muy amplias, que desbordan a la izquierda, que no desean el mantenimiento de las bases de EE UU. El último viaje de Weinberger, sus elogios sobre las tropas turcas que ocupan el norte de Chipre, no podían dejar de estimular el nacionalismo antigriego, muy arraigado entre los militares turcos. Por eso el Gobierno griego acusó a EE UU de estimular la agresividad turca y decidió suspender las actividades de la base norteamericana de Nea Makri, próxima a Atenas. Papandreu anunció que si se agravaban las cosas, el sistema de la OTAN en la zona quedaría en entredicho. Ahora el clima ha cambiado a mejor: además de las gestiones del Consejo de la OTAN y del secretario general de la ONU, el papel de EE UU ha sido decisivo para evitar el choque armado.

De las horas de tensión vividas en el Egeo se desprende que, por mucho que moleste a EE UU la posición griega contraria o reticente con respecto a sus bases, no valen todos los medios de presión para intentar doblegarla, y que dar rienda suelta a nacionalismos como el de los militares turcos es sumamente peligroso.

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