Vogel sucede a Brandt como presidente del SPD
La controversia suscitada por el nombramiento de Margarita Mathiopoulos, una griega no afiliada, como portavoz del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) ha forzado al presidente del principal grupo de oposición de la República Federal de Alemania (RFA), Willy Brandt, de 73 años, a presentar su dimisión. Pocas horas antes de que el vicepresidente del SPED, Johannes Rau, diera la noticia, Mathiopoulos anunció su renuncia con objeto de evitar daños políticos a Brandt. Pero ya era demasiado tarde. Hans Jochen Vegel, de 61 años, vicepresidente del partido y jefe del grupo parlamentario, fue designado ayer por el directorio del partido para suceder a Brandt, por 32 votos de un total de 34. La elección deberá ser confirmada por un congreso extraordinario, a celebrar el 16 de junio. Oskar Lafontaine, de 43 años, presidente del Estado de Sarre y representante del ala izquierda del partido, fue nombrado vicepresidente.
La dimisión de Willy Brandt como presidente del SPD, consecuencia inmediata de su controvertida decisión de nombrar a una joven griega no afiliada como portavoz del partido, ha constituido una sorpresa para todos los observadores políticos en la RFA.Aunque nadie dudaba de que su súbito entusiasmo en los últimos días por Margarita Mathiopoulos, de 30 años, perjudicaba su ya resquebrajada imagen como máximo dirigente del partido, todas las previsiones; en Bonn apuntaban a un relevo paulatino en el transcurso del presente año para, como dijo Hans Koshnik, un histórico en las Filas del SPD, "no minar un monumento, un pedazo de historia del movimiento socialdemócrata".
Todavía ayer, los diarios de la RFA especulaban sobre las diversas posibilidades de calendario para una sucesión de Brandt, ya fuera por Oskar Lafontaine, de 43 años, favorito del propio Brandt, o por Hans Jochen Vogel, de 61 años, jefe del grupo parlamentario, que para algunos sectores del partido cuenta con un carácter integrador del que carece el joven e izquierdista Lafontaine.
Recuperar autoridad
Brandt ha dimitido, tanto por las críticas internas como por las de la opinión pública, pero, en primer lugar, por la necesidad perentoria del partido de recuperar una autoridad y una línea clara de dirección que la militancia y la agenda política de este año, con cinco elecciones regionales por delante, exigía.
Durante la campaña para, las elecciones legislativas del pasado 25 de enero, las continuas afrentas de Brandt al candidato socialdemócrata, Johannes Rau, a quien él mismo había convencido para que se presentara a unas elecciones sin apenas posibilidades de victoria, ya habían provocado un serio malestar entre la base del partido hacia el histórico presidente. Nadie sabe aún si Brandt convocó a Rau como candidato con el ánimo de quemarlo como sucesor suyo en la presidencia y liquidar así al último representante de la derecha del partido como jefe de la socialdemocracia. Muchos le echan en cara, sin embargo, que con sus declaraciones en la campaña electoral siempre perjudicó a Rau, lo que en un político como Brandt no puede achacarse a un error.
El problema en torno a la sucesión de Brandt parecía basarse en torno a las reticencias lógicas de Lafontaine a ser nombrado ya, a cuatro años vista de las próximas elecciones, como jefe del partido y virtual candidato a la cancillería, lo que le habría sometido a un largo desgaste político sin práctica posibilidad de influencia en Bonn desde su jefatura del Gobierno del Sarre.
En cuanto a Hans Jochen Vogel, un leal funcionario del partido, con prestigio en las bases y capacidad de integración, no parecía, hasta ayer, dispuesto a actuar como presidente interino Pero lo cierto es que el directorio del partido le ha elegido, con práctica unanimidad (32 votos de un total de 34) y que Lafontaine se queda como vicepresidente, lo que, en principio, paree convenir a sus aspiraciones.
Una figura histórica
Lafontaine, máximo representante de la izquierda del partido, parecía el dirigente idóneo para aplicar los acuerdos del congreso del SPD de agosto pasado y el nuevo programa de principios que revelará el célebre programa de Bad Godesberg de 1959. El nuevo programa iba a ser aprobado en principio en 1988 en un acto que habría sido la culminación de la presidencia y la carrera política de Willy Brandt.
La caída de Brandt se ha precipitado por las tensiones personales con Rau, los problemas de dirección y dejación de autoridad puestos en evidencia, por ejemplo, en el reciente golpe de mano de Lafontaine al nombrar a un tesorero, Hans Ulrich Klose, que no estaba entre los candidatos al puesto, y la falta de sensibilidad hacia la base del partido al nombrar portavoz a la brillante Margarita Mathiopoulos, sin vinculación alguna a la socialdemocracia.
A pesar de lo que parece un triste epílogo para una brillante carrera, los logros de Brandt al frente del SPD y del Gobierno, como artífice de la reconciliación con el Este y la ospolitik alemana, y su papel en la presidencia de la Internacional Socialista, que aún mantienen, le sitúan como una personalidad histórica.
La política de la RFA pierde a una de sus pocas figuras en un páramo de mediocridad.
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