Alboroto Espartaco
JOAQUIN VIDAL ENVIADO ESPECIAL
Espartaco armó un alboroto supino en el quinto toro de la tarde y se proclamó ídolo de la afición valenciana; de momento. Ya veremos si surge otro que lo desbanque. Mucho tiempo hacía que no se veía en Valencia un entusiasmo semejante. La plaza le aclamó torero, flameó pañuelos en su honor y, también en su honor, le llamó burro a quien pudo haberle concedido el rabo -como exigía por aclamación la multitud enfervorizada- y no se lo concedió. En esta espinosa cuestión del rabo (se referían al rabo del toro, naturalmente) el presidente de la corrida estuvo en su sitio.
La faena que motivó tan encendido fervor fue más bien faenita, sólo que larguísima. El toro era un ejemplar inadmisible, bizco, sospechoso de pitones, fofo, tullido y borrego. Su invalidez suscitó algunas lejanas protestas y Espartaco empezó pasándolo de muleta con mimo, para que no se le derrumbara. Malo cuando un torero tiene que mimar al toro, puesto que es prueba fehaciente de que no se trata de tal toro. Al principio, el tullido se pegaba costaladas, y luego siguió sumisamente la templadita muleta de Espartaco, sin pegárselas.
Jandilla/ Espartaco, Soro
Cuatro toros de Jandilla; 32 de Román Sorando; 42 de Antonio Pérez, sustituído por el sobrero, de Matías Bernardos: escasos de trapío, flojos, aborregados. Espartaco: estocada (oreja); dos pinchazos y estocada caída (ovación y saludos); estocada ladeada y la presidencia le perdonó un aviso (dos orejas, petición de rabo y dos vueltas). El Soro: pincha-zo y bajonazo (aplausos y saludos); pinchazo tendido al encuentro y estocada baja (dos orejas); estocada (división). Ambos diestros salieron a hombros por la puerta grande. Plaza de Valencia, 19 de marzo (tarde). Séptima corrida de feria.
Hubo mil derechazos y naturales superficiales. Un peón se acercó a servirle el estoque al matador y este lo rechazó. Se lo agradeció el público con una ovación de gala y a partir de aquí los olés que coreaban la segunda parte de la faena eran estruendosos. Mil derechazos y naturales más tarde volvió a acercar el estoque el peón y de nuevo el maestro le ordenó que tomara el olivo, por lo que los mil derechazos y naturales que llenaron la tercera parte de la faena provocaron el delirio. Por tercera vez sacó el peón el estoque, por tercera vez declinó su jefe la oferta y continuó pegando pases, pero ahora de rodillas, de rodillas y de lado, de rodillas y de espaldas, de rodillas y girando lento frente a los pitones romos del moribundo borreguillo. Cundió la locura colectiva, y cuando, a la cuarta, el diestro aceptó el acero y cobró una estocada, fue el paroxismo. "¡To-re-ro, to-re-ro!", le aclamaban, el tendido se cubrió de flameantes pañuelos, y para el presidente hubo bronca infernal y almohadillas, por no conceder "¡el-ra-bo,-el-ra-bo!", que exigía el público en un monumental coro de 16.000 voces más estruendosas que mixtas.Espartaco es ídolo de Valencia y se supone que también va a ser ídolo de muchas otras plazas donde las respectivas aficiones acepten sin rechistar toritos mochos, tullidos y aborregados como los que le pusieron ayer delante. En los dos que había toreado anteriormente no estuvo peor, e incluso en algunos pasajes hasta estuvo mejor, pero faltó ese clima máximo que supieron crear el peón, en papel de maldito, y el diestro, en papel de héroe; el maldito con su impertinente empeño en concluir el drama, el héroe con su generosa entrega para satisfacción del público. En la fiesta, las tramas de buenos y malos funcionan de, cine.
Toreó Espartaco con la suerte descargada; temple, a veces; hondura, ninguna; repertorio, el mínimo. Si es que a eso se le puede llamar toreo, Pues el toreo se le hace al toro y si se le hace al borrego, será borregueo. Eso sí, muy seguido todo, Tuy ligeros los pases, muy afanoso, lo cual no quiere decir que los instrumentara en ligazón.
La ligazón posee otra técnica y diferentes hermosuras. La ligazón ftie lo de El Soro en el cuarto toro, otro pastueño y anovillado animalito, de vivaz embestida, al que toreó en -redondo y al natural -más sus ligados pases de pecho- con verdadero gusto, con un aplomo y una torería sin precedentes. Añadió al final los péndulos y furivueltas agarrado al cornudo elemento, que son anexos de su especialidad, pero el toreo bueno ya estaba hecho.
Recibió El Soro a sus tres toros a porta gayola; los banderilleó con facultades; porfió a su primero, que le llegó aplomado a la muleta; no se fió del último, que tiraba tarascadas. Mala suerte la de El Soro: después de tanto esfuerzo, perdió su liderazgo en Valencia, que ayer se proclamó alborotadamente espartaquista. Y precisamente el día en que había hecho el mejor toreo. El mundo es ancho y ajeno, que dijo Ciro Alegría.
Babelia
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