_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Dos años de cambios en la URSS

ENTRE LAS importantes delegaciones extranjeras que han coincidido estos días en Madrid, la del Soviet Supremo de la URSS, encabezada por Aleksandr YakovIev, secretario del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y responsable de propaganda y cultura, tiene rasgos singulares. Los visitantes que llegan desde Moscú siguen siendo escasos, y en este caso se trataba del primer representante de la nueva ola soviética. Su visita se ha producido a los 10 años del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre España y la URS S y a los dos años de la llegada al poder de Mijail Gorbachov. A diferencia del estilo protocolario al que nos han acostumbrado tantos delegados soviéticos, YakovIev ha hablado sin reticencias de los temas candentes. Al paso, vale la pena recordar que YakovIev pasó 10 años de embajador en Canadá como sanción a su actitud poco ortodoxa en la época brezneviana, mientras ahora ocupa un puesto decisivo en los cambios que impulsa Gorbachov.La parte propagandística del viaje se centró en la explicación de las propuestas soviéticas de desarme y en la exposición del contenido de la reforma iniciada desde hace dos años en la URSS. Sobre el primer tema, la coincidencia es fácil. España es favorable a la opción cero en materia de misiles de alcance medio, y no debe olvidarse que tal opción fue en su origen una propuesta occidental, aprobada reiteradamente por la OTAN. Si ahora la iniciativa de Gorbachov de desgajar este tema de la discusión sobre la guerra de las galaxias crea condiciones para llegar a un acuerdo suprimiendo los euromisiles, es lógico que España, y en general los países europeos, acojan este paso de modo favorable. Paso que exige todavía más la necesidad de suprimir ahora las armas nucleares de corto alcance, de establecer garantías de control y de acelerar la negociación sobre reducción de fuerzas convencionales.

Los cambios en la política exterior de la URSS, notables sobre todo en el tema del desarme, pero que no se han plasmado aún en pasos reales para resolver conflictos como los de Afganistán y Camboya, están directamente relacionados con las mutaciones que Gorbachov ha llevado a cabo desde 1985 en la vida interior de la URS S. La opinión occidental se preocupa por saber cuál es el alcance del proceso que se ha puesto en marcha. La tesis de que se trata solamente de cosmética ha perdido vigencia incluso entre los sectores más antisoviéticos. Los cambios son indiscutibles, y su ritmo, rápido, si se compara con experiencias anteriores. La renovación en la cumbre del PCUS ha afectado al 45% de los titulares del buró político y al 75% de los suplentes de ese organismo y del secretariado del comité central. A la vez, miles de dirigentes veteranos han sido sustituidos por gente más joven y con mayor competencia técnica.

Cuando Gorbachov habla de democratización debe estar claro que no piensa en libertad de Prensa y pluralismo político: no cuestiona el monopolio del partido comunista. Lo que quiere es dinamizar un aparato anquilosado que hace inviable una reforma económica efectiva, susceptible de evitar que la URSS se distancie cada vez más del desarrollo mundial. Para ello fomenta más crítica en la Prensa, más participación de los ciudadanos; incluso ha propuesto elecciones con diversidad de candidaturas. Pero el éxito de esta reforma no se da por descontado; la oposición es fuerte en el seno del mismo partido. Por ello, Gorbachov necesita el apoyo de la intelectualidad. La puesta en libertad de presos políticos; el retorno de Sajarov a Moscú; la apertura en el cine, el teatro y la literatura, no sólo elevan la credibilidad de Gorbachov en el extranjero, sino que amplían su base social interna.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Las capitales europeas han adoptado una actitud favorable ante los cambios habidos en la URSS. En Washington se ha producido un desconcierto explicable si se tiene en cuenta que durante años el enfoque de los problemas mundiales tenía como componente esencial una URSS satanizada. Ante el fenómeno Gorbachov ha surgido la tesis de que una URSS menos agresiva, pero más abierta y más dinámica, representaría a la larga un mayor peligro, y que, por tanto, EE UU no debería en modo alguno facilitar que prosperen las reformas. Merece ser destacada la respuesta que The New York Times acaba de dar a esa tesis con un editorial titulado 'Sí, ayudar al Kremlin'. Sin ignorar los riesgos que ello pueda entrañar, argumenta que el interés de EE UU es que las reformas prosperen. Que aparezca un artículo así, inimaginable durante décadas, es quizá un signo de los tiempos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_