Los 'democratizadores' del PRI mexicano rechazan las advertencias de la dirección

Políticos de la llamada corriente democratizadora del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobierna en México desde hace 58 años, no aceptan las advertencias recibidas en la reciente asamblea general priista, que concluyó el pasado jueves, y acusan al partido de "anquilosamiento", "autoritarismo" e "intolerancia". Pero antes se dio el espectáculo insólito del dirigente de la corriente Porfirio Muñoz Ledo, puesto en pie y aplaudiendo el discurso del presidente nacional del PRI, Jorge de la Vega, que acababa de lanzar un anatema contra los democratizadores, a los que invitó a abandonar el partido y calificó de "quinta columna".

Muñoz Ledo explicó que él no se daba por aludido por las palabras del presidente del PRI quien no mencionó expresamente a la corriente democratizadora, pero hasta el último comentarista interpretó que era la destinataria de la satanización lanzada por De la Vega en la clausura de la 13ª Asamblea Nacional del PRI.Después, se produjo la publicación en el diario izquierdista La Jornada de una entrevista con el embajador de México en España, Rodolfo González Guevara, realizada en Madrid. Desde ese momento se consideró a González Guevara como uno de los cerebros de la corriente.

El embajador no quiso pronunciarse políticamente en razón de su cargo, pero ahora, próximo al final de su estancia en Madrid, se lanza en una entrevista, en la que acusa a su partido de "anquilosamiento", y señala que el PRI es una de las instituciones que en México requieren cambios. Según González Guevara, "el partido necesita recuperar frente al Estado su autonomía y su independencia para que funcione como partido político". El embajador considera que con el transcurso del tiempo se ha producido "una renuncia de funciones políticas de parte del partido, en beneficio del Gobierno".

La bomba política más fuerte la lanzó el ex gobernador del Estado de Michoacán, Cuauhtemoc Cárdenas, hijo del legendario general que durante su presidencia nacionalizó el petróleo mexicano. Cárdenas dirigió una carta abierta a los miembros del PRI. En la carta, Cárdenas desafía abiertamente a la dirección del partido y critica a su presidente, Jorge de la Vega, portavoz de la satanización de la corriente democratizadora.

Escribe Cárdenas que "el discurso del presidente del comité ejecutivo nacional del PRI, Jorge de la Vega, en la clausura de la 13ª Asamblea Nacional del partido, anuncia para éste una etapa de autoritarismo antidemocrático, de intolerancias y, por tanto, de retrocesos, contrarios al espíritu y la letra de la declaración de principios del propio partido, y sobre todo contrarios al espíritu, tradición y conducta de los hombres comprometidos verdaderamente con las ideas y la obra de la revolución mexicana".

"Excesos e intransigencia"

Según Cárdenas, "los excesos antidemodráticos y la intransigencia, normas de conducta de la más alta dirigencia partidaria, impiden toda colaboración digna y respetuosa con ella". La carta de Cárdenas concluye, en tono desafiante, que "los campos están definidos. Las bases del partido, como las grandes mayorías del pueblo mexicano,han sido, son y seguirán siendo democráticas y revolucionarias a pesar de la cerrazón y desviaciones de dirigentes pasajeros". "Continuaremos en la lucha", añadía, "con la fuerza que dan convicción y razón".

Los democratizadores han recogido el guante y ahora desafían a la dirección del PRI, que hace tan sólo cinco días los invitaba a abandonar las filas del partido. Ahora, la interrogante que se abre en México es si la dirección priísta llegará a tomar la decisión de expulsar del partido al hijo del legendario Cárdenas.

Mientras tanto, queda abierta la lucha entre los democratizadores y la dirección del PRI, y los comentarios de algunos columnistas mexicanos sobre la ceremonia de clausura de la asamblea del PRI no cesan en las páginas de la Prensa mexicana.

El hecho más comentado fue la reaparición de los ex presidentes Luis Echeverría y José López Portillo, al lado del actual, Miguel de la Madrid, y todos los abrazos que entre ellos se dieron.