Mucho cine detrás

Las aguamarinas de la comedia de Argüelles, bien pulidas, brillantes. Todos sus trazos verdes, resplandecientes, con el rasgo sociológico, o la cicatriz, ferozmente marcado en sus puntas. Un trofeo de joyería. Así es Ópera prima, la película que hizo de 1980 el año de las luces de Fernando Trueba, lince antes de la crítica de cine capaz de verter su deglutido celuloide, de Lubitsch a Tanner, en una pantalla fresca y comunicativa, como una página de contactos del diario o un teléfono de la esperanza.

Ópera prima es un diálogo de tú a tú con la gente de esa generación, la de Trueba y su protagonista y coguionista Óscar Ladoire. Sentimental, pero no sentimentaloide, Trueba pulsa la tecla nostálgica de unos personajes que si no son losers, en el sentido hustoniano, tampoco tienen la fiebre espiritual de Capra. Sencillamente, seres vivos navegando sin rumbo fijo por el lago del Retiro. Con la ilusión literaria de Ladoire o la musical de su prima, Paula Molina, mediatizando lo que sin duda es una canción triste no en Hill Street, sino en la Castellana.

Digamos que los actores, de los mencionados Ladoire y Molina a los más secundarios Kitty Manver, Luis González Regueral o Marisa Paredes, pasando por ese grato descubrimiento de Antonio Resines, hoy algo amortiguada su estrella por el uso y abuso de los mismos caracteres, realizan brillantes creaciones en su espontaneidad, de identificación fácil y nunca forzada. Y que Trueba, como demostraría más tarde en sus siguientes-películas, tiene maña narrativa, utiliza el scope con sabiduría y saca a flote su buque mesetario con dignidad poco frecuente.

Ópera prima se emite hoy por TVE- 1 a las 22.05.