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La lenta agonía de 'la Concha'

Médicos y políticos buscan soluciones para que la Fundación Jiménez Díaz no desaparezca

El destino de la Fundación Jiménez Díaz, una de las instituciones médicas y científicas de mayor prestigio de España, es incierto. Surgida de la fusión entre el Instituto de Investigaciones Clínicas que dirigía Carlos Jiménez Díaz y la clínica de Nuestra Señora de la Concepción (en honor de Conchita Rábago, esposa de aquél), según una orden del Ministerio de Educación de 1963, la entidad tiene la triple función de aunar la labor asistencial con la docencia y la investigación. Una filosofía que se había iniciado en los años cincuenta y que atrajo a prestigiosos profesionales. Una relajada gestión y una mezquina aportación de la Seguridad Social provocaron un déficit acumulado de 4.000 millones de pesetas, según una auditoría exterior realizada en 1985. De de estonces se ha negociado una solucion -su traslado a Alcalá de Henares- para que la fundación no desaparezca, con la que no todos están de acuerdo.

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Altura científica, derrumbe económico

La Administración explicó, el pasado mes de noviembre, su fórmula para dar solución a los graves problemas finacieros de la Fundación Jiménez Díaz: trasvasar el capital humano de la Concha, como popularmente se conoce a la clínica, a un inminente hospital universitario en Alcalá de Henares. La Administración se quedaría con el edificio de la plaza de Cristo Rey para fines propios. Pero existen voces discrepantes. Cerca de un centenar de médicos ofrecen serias resistencias a marcharse a Alcalá dejando atrás una larga historia de dedicación profesional en la casa. La Junta Facultativa, que hasta hace unos días había militado en contra del traslado de la clínica, aceptó el pasado sábado 21 participar en las negociaciones. No obstante, las espadas siguen en alto.Javier Escrihuela, un gestor procedente de la Comunidad Autónoma de Murcia, fue nombrado director gerente de La Concepción en septiembre de 1985. En esa fecha la situación de La Concepción era crítica. Tenía confianza en que la Administración enjugaría con una subvención el grueso del déficit, pero la ayudó en lo que pudo congelando salarios y enfrentándose, por tanto, al comité de empresa.

Nudo de la cuestión

"Ahora el nudo de la cuestión es negociar al máximo con la Administración la integración en Alcalá", resume Escrihuela.. "Hasta ahora me he mantenido en el fiel de la balanza, sin apoyar a los que querían la integración ni a los que buscaban una solución que nos mantuviera aquí", explica. "Yo pertenezco a la Fundación", enfatiza, "y voy a negociar duramente con la Administración todas las partidas. Pero he de decir también que yo carezco de soluciones al margen de la oferta de la Administración", explica con cierto patetismo.Los más beligerantes frente al plan de la Administración son los profesionales adscritos al sindicato independiente CESIF, representados por José María Valoria, quien califica de "preagónica la situación de la Fundación".

"Se ha dicho que los médicos que nos aferramos a seguir aquí lo hacemos para defender nuestras consultas privadas", afirma Valoria. "Se trata de una valoración anacrónica del tema, porque la enfermería privada no representa hoy día un monto importante". Hace años sí lo fue, "porque cobrábamos un sueldo simbólico y las consultas privadas compensaban esta situación". Una situación económica que cesó con la llegada del profesor Periánez a la dirección, en 1978. Periánez homologó a los profesionales con la Seguridad Social, pero éstos, al menos en una proporción del 50%, conservaron sus consultas privadas.

El doctor Fernando Pérez Iglesias, miembro de Comisiones Obreras y presidente del comité de empresa, no siente nostalgias añadidas: cree firmemente que no hay más futuro que Alcalá- al igual que la mayoría de los trabajadores no médicos- y desmitifica la labor de la clínica diciendo que ésta ha bajado su listón desde que se encuentra inmersa en la actual crisis económica. "Fuimos pioneros en trasplantes de riñón pero en la actualidad estamos a la cola en cuanto al número de intervenciones punteras de este tipo". Señala, además, que el edificio se ha deteriorado y que existen habitaciones de cinco camas que no disponen de servicio. Asegura que al menos 80 de los 180 facultativos existentes apoyan el cambio y no ve catastrofismos en el porvenir de la clínica.

Entre las posturas de Valoria y Pérez Iglesias hay una importante gama de matices. Gregorio Rábago, sobrino de Jiménez Díaz, cree que el déficit actual de 5.000 millones de pesetas es consecuencia de que la Seguridad Social viene pagando a la clínica un promedio de 15.000 pesetas por cama y día, mientras que al centro le cuesta 19.000 pesetas. "Y al Insalud viene a salirles entre 25.000 y 30.000 pesetas diarias". Rábago está convencido de que "la solución de Alcalá es una disolución" y de que el nuevo hospital que se ofrece, que de momento sólo contará con 350 camas, "no va a eliminar la reducción de plantilla".

En un intento más sentimental que efectivo, Rábago ha propuesto a sus compañeros remedios un tanto utópicos: desde el recurso a la empresa privada a la suscripción popular. "Si hubiese 4.000 españoles que dieran un millón todo estaría arreglado". Él sabe que éstos no son tiempos para la lírica, pero recuerda que son muchos más los miles de pacientes agradecidos a esta prestigiosa institución.

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