_
_
_
_
Reportaje:

Un año sin Olof Palme

Suecia asume el fin de la etapa que representó el primer ministro asesinado

La ilusión de creer que Suecia, tras muchos años de paz interna y externa, sin conflictos sociales violentos, estaba definitivamente inmunizada contra males de los que sólo había sido espectadora.De ahí que el impacto de esa muerte tuviera una carga mayor, porque si bien Palme no era el único constructor de ese pequeño mundo sueco sin contrastes violentos entre pobres y ricos y con una consolidada estabilidad institucional, era para muchos la garantía de su continuidad. Si bien nadie esperaba cambios espectaculares, traumáticos, fue evidente un difuso sentimiento generalizado de incertidumbre ante el futuro.

Un año es un plazo demasiado breve para responder con certeza a aquellos interrogantes. Si el observador se atiene a los datos fríos de la realidad podría decirse con bastante verosimilitud que nada ha cambiado. Si atiende, en cambio, a indicios menos concretos que un indicador económico o un discurso político, puede concluirse que quienes montaron la operación de su muerte fueron selectivos. Sabían quizás que es cierto que las ideas no se matan, pero seguramente también que la eliminación de un hombre puede influir en un proceso histórico.

Más información
El retorno a Sveavagen

La elección, de Ingvar Carlsson en la doble función de primer ministro y líder del Partido Socialdemócrata se cumplió sin dificultades. Unidas por el dolor y la responsabilidad de la situación imprevistamente creada, las estructuras de partido actuaron con responsabilidad y disciplina. Catorce horas después de la muerte de Palme ya estaba elegido su sucesor.

Hasta ahora no han surgido disensiones graves ni ha habido fraccionamientos en el partido. Sí, acaso, disconformidad de algunos sectores con respecto a la solución de problemas concretos. Con pequeñas variantes, las encuestas de opinión siguen mostrando que la credibilidad del partido entre sus electores se mantiene.

Bazas a favor

El Gobierno sueco ha contado a su favor con una hábil conducción económica y una coyuntura internacional favorable que le han permitido armonizar las ganancias de las empresas con una situación laboral de tranquilidad. Se le ha reprochado, sin embargo, el que haya realizado una política económica más cercana a las condiciones "burguesas" que a las "socialistas'.En el plano nacional, el tono de los enfrentamientos políticos ha perdido la virulencia que caracterizó a la sistemática campaña llevada contra Olof Palme por los principales medios de comunicación hasta el día de su muerte. El Gobierno de Carlsson ha continuado en lo esencial las directrices trazadas por su antecesor, pero ha preferido soluciones de compromiso con alguno de los partidos del bloque burgués, antes que el choque frontal.

Ha sido significativo el acuerdo logrado con el Partido Liberal sobre el presupuesto de Defensa y hay indicios de que esa coincidencia con los liberales podría profundizarse de cara a las elecciones y a un eventual gobierno posterior.

En el plano internacional es quizás donde la ausencia de Palme se ha hecho sentir con mayor fuerza. En lo esencial, la política sigue siendo la misma. Sobre los temas más candentes de la actualidad internacional, sean Suráfrica, Centroamérica, el desarme o el peligro nuclear, los portavoces del Gobierno sueco han sostenido en los diferentes foros las viejas posiciones de Palme.

Pero quizás esta política ha perdido fuerza interna para enfrentarse a quienes piensan y actuan con espíritu más beligerante que neutral en los conflictos internacionales. Ello sin perjuicio de reconocer que la experiencia de Palme, su conocimiento y su práctica en estas materias le permitían impulsar con más fuerza sus iniciativas.

En otro foro importante, la Internacional Socialista (IS), la ausencia de Palme ha significado una baja sensible. La composición de la IS es amplia y muy diversa y también lo es su espectro de opiniones. La identificación de Palme con los intereses de los pueblos y países del Tercer Mundo era una garantía para éstos y su opinión, junto a la de Willy Brandt fue muchas veces decisiva.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_