Las superpotencias y el futuro del mundo

El reparto del mundo de Yalta, que ya era anácronico en 1945, llegó a su fin en Reikiavik, cuando la zona en disputa entre las superpotencias dejó de ser Europa y el planeta, para situarse en el espacio exterior.La división de Europa, que estaba justificada sobre el terreno de la seguridad de las grandes potencias, ha dejado de tener un valor para la paz. Bien al contrario.

Es peligroso no sólo por la excesiva nuclearización militar (Pershing-2 y los misiles S S-20) a ambos lados del Elba, sino también por el desequilibrado desarrollo de Europa, con prosperidad hacia el Atlántico y asfixia hacia los Urales.

A pesar de la gran centralización del poder durante 40 años, el organismo de los países del Pacto de Varsovia es todavía socialmente bastante diferente. Con la universal imposición de ajustarse el cinturón, la intervención de las fuerzas del Pacto de Varsovia, en uno o varios países desde el Elba al Bug, pudiera ser necesaria como ocurrió en Checoslovaquia. Sólo existe una conclusión lógica: arar la carrera de armamentos. Éste no es un problema de poder, sino al menos dos, o, como yo creo, de todas las potencias atómicas oficiales de las Naciones Unidas y de las no oficiales de todo el mundo. En otras palabras las negociaciones deberían extenderse más allá de las dos potencias que podrían no llegar a un acuerdo en Reikiavik.

25 de febrero