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RELEVO EN LA CÚPULA DE LA IGLESIA ESPAÑOLA

Una veintena de escalones entre las decisiones y el refrigerio

Francesc Valls

Los prelados suben y bajan ocho veces al día la veintena de peldaños que separan el salón de plenos de la planta baja de la sede episcopal, en la madrileña calle de Añastro. Abajo les aguarda un pequeño refrigerio -en sesiones de mañana y tarde- y una multitud de periodistas que intenta reconocer rostros para obtener declaraciones de alguno de los 78 obispos -con derecho a voto y sin él- que han acudido a la asamblea.Refrescos, zumos de melocotón, tomate y naranja y bebidas sin alcohol, en general, forman parte de la dieta líquida de los prelados que se encuentran desbordados por la cantidad de informadores que ha convocado la asamblea que se celebra durante la semana.

Los prelados comparecen en los plenos de la calle de Añastro con todo tipo de prensa diaria, ante los fiases de cuyos representantes se abrazaban efusivamente el pasado lunes. "Incluso ha venido una cadena de televisión alemana", comentaban algunos de los responsables diocesanos al contemplar el despliegue de los medios de comunicación,

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Los informadores comparten los pasillos con los secretarios de los obispos, que son quienes canalizan las relaciones públicas de los prelados. Los secretarios departen durante las sesiones y se ponen en pie cuando el rumor de pasos en las escaleras les advierte de la llegada de los titulares de sus diócesis.

Cuando los obispos, tras el sonido de un timbre, abandonan la sala, los secretarios entran en ella y continúan la tertulia mientras degustan algún refresco. Luego por la noche o a mediodía todos abandonan la sede de la conferencia. Cincuenta obispos se alojan en una residencia que las religiosas de Cristo Rey tienen en la calle de Arturo Soria.

Quienes tienen familia en Madrid comparten la vivienda con sus parientes. La mayoría de los prelados mantiene una relación cordial con la Prensa y se permite pequeñas bromas y comentarios siempre off the record con los informadores. Uno de ellos bromeaba en la mañana de ayer, a la vista de los resultados, afirmando: "Si en lugar de haber hablado monseñor Temiño antes de la votación lo hubiera hecho un italiano, seguro que tendríamos un presidente de tercera vía".

Otro afirmaba también ayer que "se había invocado al Espíritu Santo, pero la elección de presidente es responsabilidad exclusiva de los 74 obispos con derecho a voto, no hay que echarle el mochuelo al Espíritu Santo".

Algunos incluso admitían apuestas sobre cuanto va a tardar Roma en aceptar la dimisión de algunos obispos -fundamentalmente conservadores y que ya tienen 75 años- después de la elección de ayer.

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