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Reportaje:

Una historia de fidelidades

El secuestro de un concejal de Palencia ha estado rodeado de una oscura trama

Rocío García

ROCÍO GARCÍA, MadridLa rocambolesca y patética historia que vive la ciudad palentina, y que ha llegado a su grado de máximo interés en el secuestro sufrido por el concejal ex aliancista Rafael Becerril, podría perfectamente haber servido de guión en una película de la Mafia siciliana. Es una historia en la que se han entremezclado oscuros intereses económicos, síntomas de presunta corrupción, amenazas y, por encima de todo, fidelidades personales, en una ciudad en la que, con 64.000 habitantes, "se sabe todo".

La fidelidad y el agradecimiento han jugado un papel clave en toda esta historia. Gonzalo Castro, uno de los presuntos inductores del secuestro, era hasta la fecha de su detención un fidelísimo colaborador y perfecto servidor del primer teniente de alcalde, Enrique Alonso. A Gonzalo no le hizo falta que Enrique Alonso le insistiera mucho para buscar a alguien que hiciera el trabajo sucio del secuestro y que él hiciera de intermediario, según ha reconocido él mismo. Además de íntimo amigo y compañero de militancia en Nuevas Generaciones de AP, Enrique Alonso, como presidente del Patronato Municipal de Deportes, le había proporcionado su primer trabajo a Gonzalo como contratado en las piscinas del Ayuntamiento.También sobre Enrique Alonso, actualmente en libertad bajo fianza y acusado por Gonzalo Castro de haberle dado el dinero para llevar a cabo el secuestro, ejerce una más que notoria in fluencia el actual alcalde de la ciudad, Francisco Jambrina, según coinciden diversas fuentes cercanas a ellos. Enrique Alonso ha negado desde el primer momento de manera firme su participación en el secuestro, y Jambrina no ha querido hacer declaraciones sobre las acusaciones que sobre él ha vertido el detenido Gonzalo Castro.

El actual primer teniente de alcalde era el número 14 de la lista de Coalición Popular que se presentó a las elecciones en 1983 y en las que obtuvo 14 concejales. Tras el abandono del grupo de David Rodríguez Enciso y Rafael Becerril, Enrique Alonso goza de un espectacular lanzamiento, al ser nombrado por Jambrina primer teniente de Alcalde y, en consecuencia, sustituto del sillón de la alcaldía en caso de ausencia del titular. Desde entonces, Alonso y Jambrina han sido colaboradores asiduos, además de buenos amigos.

Inicio de la crisis

El primer atisbo de la crisis municipal de Palencia tuvo lugar el 27 de febrero de 1984, cuando se rompió por primera vez desde las elecciones la disciplina de voto del Grupo Popular. Ese día, el alcalde llevó al pleno municipal una modificación de un estudio de detalle aprobado en la legislatura anterior, solicitado por el presidente de la Confederación Palentina de Organizaciones Empresariales, Jesús Pascual, sobre un solar de su propiedad. Jesús Pascual era hasta su fallecimiento -ocurrido en accidente de circulación hace aproximadamente de dos años- íntimo amigo y valedor económico en la campaña electoral de Jambrina.La modificación fue solicitada para "hacer más comercial" el solar, donde estaba ubicado el antiguo Asilo de Ancianos Desamparados, un edificio significativo y singular, según el entonces presidente de la Comisión de Obras del Ayuntamiento, Rodríguez Enciso. En ese pleno, cinco concejales aliancistas votaron en contra y otro se abstuvo voluntariamente, al reclamar una necesidad fisiológica imperiosa para abandonar el salón de plenos. Este último fue el actual primer teniente de alcalde Enrique

Dos meses mas tarde, cinco concejales de AP anunciaron su abandono del Grupo Popular, aunque sólo tres de ellos lo formalizaron días después. Uno de los tres concejales separados Cesar Aparicio, volvió al grupo a los tres meses. Sin embargo, el definitivo abandono de los dos concejales, David Rodríguez Enciso y Rafael Becerril, ocasionó la paralización de la actividad municipal, al perder el Grupo Popular la mayoría de la que gozaba, y todas las iniciativas del alcalde fueron echadas abajo.

Desde entonces, y dentro de la guerra iniciada en el Ayuntamiento, con profusión de querellas por ambas partes, destaca el triunfo, en mayo de 1984, de una moción de censura en contra del alcalde, presentada por el PSOE y apoyada por los dos concejales citados y el representante comunista. El alcalde no acepta esta votación adversa, y la decisión del pleno municipal se encuentra en estos momentos pendiente del Tribunal Supremo, al que recurre el alcalde en última instancia, tras el veredicto contrario a sus posiciones de la Audiencia Territorial de Valladolid.

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