Meter el pato

¿Cuál no sería mi sorpresa al leer en EL PAÍS del 24 de enero de 1987 un artículo a toda página sobre empresas y empresarios, ejemplares -quizá- titulado Foie al sur de los Pirineos? Precisamente estas pasadas Navida-, des tuve la ocasión de ver con mis propios ojos en el Ampurdan cómo se realiza la crianza del delicioso hígado de pato y me quedé con las ganas de cursar una denuncia a la Sociedad Protectora de Animales de Gerona, sobre la crueldad que'supone la cría de estos animales: pato por pato se les empapuza diariamente de comida por medio de un embudo y después se les ata el cuello, con una goma para que no puedan devolverla (detalle este que no informaba EL PAÍS). No hice finalmente la denuncia, pues pensé que sería iluso el presuponer que en este país de salvajes que nos ha tocado vivir exista una legislación que regulela crianza de los animales domésticos destinados al consumo en condiciones mínimamente no degradantes, cosa que sí existe en otros países europeos, por ejemplo, Alemania.

Desde el momento en que he tenido conciencia del tratamiento que reciben estos animales no entra en mí casa ningún producto de esta clase, e intento influir al respecto en mi entorno todo lo que puedo. Desde aquí aprovecho la ocasión de llamar a un boicoteo a toda clase de productos que provengan de animales criados en condiciones denigrantes y a la puesta en marcha de una legislación que regule y controle los métodos de crianza de todos los animales destinados al consumo. A los gourmets de estas delikatessen les deseo que entre bocadito y bocadito piensen en los sufrimientos que tienen que pasar estos animales, aunque sólo sean patos, y que por lo menos se les indigeste. - . .