Los estudiantes mexicanos ganan la batalla contra el rectorado de la UNAM
Los 350.000 estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) reanudaron ayer las clases, después de una huelga de 19 días y 12 horas, que concluyó con la suspensión de las reformas que pretendía introducir el rectorado y la convocatoria de un congreso universitario que deberá debatir y aprobar democráticamente la reforma universitaria.
Se levantaron las barricadas, fueron arriadas las banderas rojinegras que simbolizaban la huelga y quedaron amontonadas por los suelos las pancartas. Un emisario del rector recorrió las instalaciones para comprobar su estado tras la ocupación. Al final del reconocimiento, José Manuel Covarrubias, el hombre del rectorado, se despidió de Antonio Santos, uno de los tres líderes del actual movimiento estudiantil mexicano, y exclamó: "Compañero Santos, de universitario a universitario, mucho gusto".1987 no es 1968. En esto coinciden casi todos. El movimiento estudiantil actual en México apenas presenta similitudes con el que se saldó en 1968 con la matanza de Tlatelolco. Una profesora universitaria comentaba a este periódico que "en esta ocasión triunfó el diálogo".
El sistema mexicano ha dado prueba, una vez más, de su flexibilidad y capacidad para asimilar la protesta. Cuando después de dos manifestaciones, con más de 100.000 personas por las calles de la capital, se advirtieron los riesgos que entrañaba el conflicto estudiantil, se pusieron en marcha los mecanismos negociadores.
El rectorado pretendía introducir una serie de reformas para mejorar el rendimiento de una universidad que se ha convertido en un mastodonte, con 350.000 universitarios y un personal docente mal pagado. Las reformas más controvertidas eran la eliminación del pase automático a la universidad desde el bachillerato impartido en las escuelas preparatorias de la UNAM, la subida de las tasas académicas y los llamados "exámenes departamentales", que podían ser realizados por cualquier profesor, según un programa, y no por el que habían tenido los alumnos.
Los estudiantes juzgaron estas reformas antidemocráticas en el fondo y en la forma. El rector aprovechó las vacaciones de la universidad para introducirlas casi por sorpresa. Sobre el contenido de la reforma se pensó que atenta contra el derecho de la mayoría a acceder a la enseñanza universitaria, sacrificado en aras de una mayor eficacia tecnocrática.
La protesta estudiantil se canalizó a través del Consejo Estudiantil Universitario (CEU), que fue el organismo director de las asambleas, las manifestaciones y la huelga. El CEU surgió de las bases estudiantiles y cuesta trabajo adivinar en su seno el predominio de alguna organización política. Si acaso, señalan los. que siguieron día a día el movimiento estudiantil, se puede advertir un cierto protagonismo del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), grupo que se puede definir como trotskista.
Ante la protesta estudiantil, el rectorado dejó en suspenso las reformas y se comprometió a "asumir" las conclusiones de un congreso democrático, que se constituirá con una representación tripartita de estudiantes, profesores, más el personal no docente y del rectorado. El congreso deberá ser "resolutivo, democrático y representativo".
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