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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La nueva cara de la feria Arco

LA PINTURA, a través de ferias, exposiciones espectaculares y acceso a los museos, va dejando de ser un fenómeno de atención minoritaria. Acaso ninguna de las artes tradicionales ha contado con mayor respuesta popular en los últimos tiempos que esta clase de manifestación artística. En este sentido las sucesivas ediciones de la Feria Internacionad de Arte Contemporáneo que se celebra anualmente en Madrid han multiplicado el número de visitantes (de 25.000 a 100.000) y han convertido su celebración en un acontecimiento ciudadano.La celebración de esta sexta edición de Arco 87, inaugurada oficialmente el miércoles, se produce, sin embargo, tras superar una crisis interna que hizo peligrar su supervivencia. Realmente, si un mero conflicto entre los intereses de algunas galerías de arte de nuestro país y la anterior dirección de Arco hubiera sido causa suficiente para la desaparición de una feria en cuyas últimas ediciones fue un éxito de asistencia, habría que concluir que nuestro público no se merecía tan pésimos gestores, debiéndose incluir entre estos últimos todos aquellos que a través de múltiples instancias intervienen en la organización, apoyo cultural y promoción comercial del arte.

Fue, en todo caso, una lástima que los responsables de Ifema tardaran tanto en resolver unos problemas cuya torpe y artificial prolongación creó un peligroso clima de desconcierto. Con todo, el cambio del equipo directivo anterior, al que nadie podrá negar, sin embargo, el mérito histórico de fundar y desarrollar tan estimable iniciativa, calmó las agitadas aguas y ha permitido iniciar lo que ahora enfáticamente denominan los actuales responsables "la segunda etapa" de Arco.

Esta nueva etapa, aparte de aportar un cambio discutible en el diseño de la imagen de la feria y hacer retornar la celebración de ésta a sus primitivas fechas invernales, se basa, por una parte, en una nueva ordenación cuya dirección ha sido puesta en manos de una profesional ajena al mundo del arte para lograr, al cabo, tanto un pacto con las galerías que encabezaron la disidencia como una potenciación de su Carácter mercantil.

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Este último punto es, sin duda, decisivo no sólo porque sin ventas suficientes dejaría de existir Arco, sino también porque la carencia o debilidad de un mercado interno de arte contemporáneo imposibilita a corto, medio y largo plazo cualquier actividad cultural relevante en este campo. La experiencia histórica demuestra que sin coleccionistas privados ningún país llega a tener jamás colecciones públicas relevantes.

Las visitas multitudinarias a Arco, en un impresionante ritmo de crecimiento numérico, no sólo demuestran fehacientemente el éxito social de la empresa, sino que presumiblemente han servido para hacer accesible, por primera vez, a un público no especializado las manifestaciones artísticas más vivas y polémicas de la creación vanguardista. Igualmente, en un ambiente nada intimidario, se ha puesto al alcance del visitante una información sobre las múltiples posibilidades que permite la oferta comercial del mercado artístico actual. Todo ello sin olvidar que dentro de los objetivos feriales está también el importante capítulo de contactos profesionales, cuya proyección internacional es una meta imprescindible para el incipiente desarrollo de nuestro mercado.

Con todas sus deficiencias y contradicciones, que no son, por lo demás, muy distintas de las que se padecen en cualquier otro campo de la promoción cultural y económica de nuestro país, la continuidad de Arco debe, pues, ser celebrada y con independencia de las eventuales deficiencias de su organización actual. Y entre las cuales se encuentra la torpe falta de criterios que ha demostrado y sigue demostrando la Administración para reforzar su eficacia. Una Administración que como ha demostrado abundantemente exhibe un extraodinario ímpetu al inaugurar algo y una exasperante inhibición en el cultivo y mejora de lo que existente.

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