Prohibido acariciarse

Estoy tranquilamente en casa y un flash informativo en la radio anuncia: "Diego Sánchez, un joven extremeño, se ahorcó en su casa de Azuaga. Este joven había sido condenado hacía cinco meses por delito de escándalo público". Su delito, según parece, fue besar y acariciar a su novia en un lugar público, es decir mostrar a las claras y sin tapujos su amor, actuar de acuerdo a sus sentimientos. Nadie en el bar se escandalizó, excepto un juez que, ni corto ni perezoso, le denuncia.Y yo me pregunto: ¿quién le manda escandalizarse ante el amor y sus manifestaciones y no lo hace, sin embargo, ante el paro, la miseria o la guerra? En la cárcel, a Diego se le acosa, se le viola, pierde su equilibrio y nadie, ni el juez, se escandaliza.Cuando Diego sale de la cárcel ya no es el mismo, ¿cómo podría serlo?, y se ahorca por su mano, pero ¿quién provocó esa decisión?, ¿quién propició esa situación desesperada?

Si el amor no es libre, que se nos juzgue por amar. No bastan los artículos ni los reportajes. No basta mi indignación, mi rabia, ni mi impotencia. En esta muerte ha habido un inductor, y yo me siento escandalizado. ¿Dónde debo ir a exponer mi demanda, a quién debo dirigirme? ¿Quién juzgará a los jueces?- Roberto Bayón Fernández.